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Hacia el final del Porfiriato, en Oaxaca —conocida entonces como “La Ciudad Esmeralda”— el ciclismo se convirtió en una actividad recreativa popular entre las élites sociales.

Aunque las bicicletas llegaban desde Europa y Estados Unidos a través de la Ciudad de México, su número fue suficiente para fomentar la creación del Club de Ciclismo Oaxaqueño, reservado para personas adineradas.

En la Ciudad de México, la bicicleta se transformó en un símbolo de modernidad, reflejando el espíritu de progreso y avance tecnológico que caracterizó al régimen porfiriano.

Esta nueva cultura ciclista también tuvo un impacto en las mujeres, quienes comenzaron a usar la bicicleta como una herramienta para desafiar las normas tradicionales de género. Así, además de ganar mayor libertad de movimiento, adaptaron su vestimenta a la actividad, incorporando poco a poco el uso de pantalones. Para muchas, el ciclismo representaba una forma de aspirar a una vida más autónoma y libre.

Por PanchoVillaMx

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