Martín López tenía una colección de tarjetas. En todas las esquinas se detenía a besarlas, por eso lloraba y se emborrachaba. […] Se metía en las cantinas, se iba por media calle, se detenía en las puertas, siempre con los retratos en las manos; adormecido de dolor recitaba una historia dorada de balas; “mi hermano, aquí está mi hermano, mírelo usted, señora, éste es mi hermano Pablo López, lo acaban de fusilar en Chihuahua, aquí está cuando salió de la Penitenciaria, está vendado de una pierna porque salió herido en Columbus; […] aquí lo tiene frente al paredón, tiene un puro en la boca, véalo señora, […] aquí lo tiene usted con el cigarro en la mano, está hablando a la tropa, mi hermano era muy hombre, ¿no lo ve como se ríe? Yo tengo que morir como él, él me ha enseñado como deben de morir los villistas. En éste ya va a recibir la descarga, ¡cuánta gente está viendo morir a mi hermano! Mire usted señora, mire, aquí ya está muerto. ¿Cuándo me moriré para morir como él?”-decía dándose cabezazos contra las paredes-. “Mi hermano terminó como los hombres, sin vender las veredas de los jefes allá en la sierra. ¡Viva Pablo López!

Martin López antes de ser fusilado en la Penitenciaria de Chihuahua.
Martin López antes de ser fusilado en la Penitenciaria de Chihuahua.
Martin López antes de ser fusilado en la Penitenciaria de Chihuahua.

Nellie Campobello. Cartucho.

Por Jorge Cabrera Vargas.