El baile de los 41
José Ignacio Mariano Santiago Joaquín Francisco de la Torre y Mier nació el 25 de julio de 1866 en una casona del centro de la Ciudad de México, el menor de siete hermanos, Susana, Isidoro, Tomás, Concepción, María Guadalupe y Esperanza.
Hijo de don Isidoro Fernando José Máximo de la Torre Carsí, un reconocido hacendado quien llegó a tener diez fincas, también fundador de la casa Jecker-Torre & Cía.; vivía con su familia en el Palacio del Marqués del Apartado y doña María Luisa de los Ángeles Mier Celis.
Como herencia de su padre, Ignacio recibió entre otras, la hacienda de Santiago Tenextepango, en Ayala, Morelos, una de las más productivas en su tiempo, con una extensión de 16 mil hectáreas, la finca estaba dedicada a la producción de azúcar.
Tenía una casa de comercio con la que canalizaba hacia el extranjero la venta de sus productos, lo que hizo que se ganara el afecto del presidente Porfirio Díaz y de varios funcionarios públicos. Era propietario además de la hacienda de San Nicolás Peralta en Lerma, estado de México; cometiendo también, varios abusos como el cambiar el cauce de uno de los ríos que desembocaba en la laguna de Lerma, que desbordó cada año al pueblo de San Francisco.
Ignacio contrajo matrimonio el 16 de enero de 1888 con Amada Díaz, hija del presidente Porfirio Díaz, nacida de su relación con Rafaela Quiñones, de Huamuxtitlan Guerrero, quien después tendría otra hija de un capataz de la hacienda de San Librado, de apellido Romero; de esta hija hay descendencia hasta nuestros días. Ignacio había conocido a Amada en un baile celebrado en la primavera de 1887.
Después de un breve cortejo y un efímero noviazgo, recibieron la bendición del arzobispo Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos. Ambos personajes vivieron un escándalo tras conocerse la homosexualidad del yerno de Díaz; un duro golpe a la familia presidencial y sobre todo para Amada, quien vivió hasta 1962.
La madrugada del 18 de noviembre, en una casa marcada con el número 4 de la calle de la Paz -que hoy Ezequiel Montes, en la colonia Tabacalera-, la policía irrumpió en una fiesta privada donde había 42 hombres que bailaban entre sí, la mayoría de familias aristocráticas.
Esa no fue la peor parte, que ya de por sí era escandalosa a la vista de la época, lo peor fue saber que aquellos 42, 19 vestían de mujer y que incluso en una recámara estaba tendido a un joven que las crónicas de la época identifican como «Bigotes Rizados«. Los rumores y las leyendas de aquella redada dirán que fue premio de una «rifa» entre los asistentes.
La prensa de la época hizo eco del sobresalto moral que significó aquella redada; hubo burlas homofóbicas, rumores y leyendas sobre «La aristocracia de Sodoma«, como llamó a los detenidos el periódico “El Hijo del Ahuizote”. Nunca se despejó la duda de quiénes habían caído en aquella redada, pero “El Popular”, otra publicación de la época, anotaba: «todos son pollos gordos, algunos riquillos que la portan; criados en paños azules«.
Aquel periódico reveló además que «pretendieron huir para quitarse los vestidos del sexo contrario al suyo;” pero al darse cuenta la policía que se trataba de algo grave, no dejó salir a ninguno de los 42. Las primeras noticias que circularon en la época señalaban que dentro de los detenidos estaba nada más y nada menos que Ignacio de la Torre, yerno del presidente Porfirio Díaz, casado con Amada Díaz, su hija mayor y la más consentida.
En una crónica sobre este episodio publicada en la revista “Letras Libres”, el escritor mexicano Carlos Monsiváis relata que, aun cuando los reportes de la prensa insistían en que los detenidos eran 42, al paso de los días la cifra se ajustó a 41. «…el que desaparece de la lista, compra su libertad a precio de oro y huye por las azoteas, es don Ignacio de la Torre, casado con la hija de Porfirio Díaz». Anota además que, «más que ningún otro hecho, lo que distingue a la redada es la presencia, certificada por el chisme masivo, del Primer yerno de la Nación«.
El general Porfirio Díaz debió intentar por todos los medios –que eran todos a su alcance en calidad de presidente, militar, acallar el escándalo. Pero no pudo y los chismes llegaron hasta oídos de Amada, la hija del dictador casada con Ignacio de la Torre.
Hay quienes aseguran que en su diario escribió: «Un día mi padre me mandó llamar al despacho en su casa. Me quería informar que Nacho había sido capturado por la policía en una fiesta donde todos eran hombres, pero muchos estaban vestidos de mujer. Ignacio –me dijo mi padre– fue dejado libre para impedir un escándalo social, pero quise prevenirte porque tienes derecho a saber del comportamiento con la persona con que vives«.
Los 42 que se convirtieron en 41.
Eliminada la presencia de Ignacio de la Torre, aquella fiesta de los 42 se convirtió en «El Baile de los 41«, y atravesó el tiempo como el episodio que descubrió la homosexualidad en la Ciudad de México.
Los rumores que flotaban sobre aquella fiesta de hombres inflamaron la imaginación popular. A las manos de la gente llegaban los ejemplares de la Gaceta Callejera, una hoja suelta que se repartía de mano en mano y que en esos días tuvo edición especial titulada: ~Los 41 maricones encontrados en un baile de la calle de La Paz el 20 de noviembre de 1901. Este título iba acompañado de una caricatura que mostraba a un grupo de hombres bailando en parejas.
A la mofa se sumó, en general, toda la prensa de la época y los grabados de José Guadalupe Posadas que ilustraron el episodio, de principio a fin, con ácidas imágenes.
Ignacio de la Torre y Mier, conocido históricamente como «El yerno de su suegro» y posteriormente como el , murió el 1 de abril de 1918, sus restos descansan en el panteón Francés de la Piedad.
Por PanchoVillaMx
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