Pancho Villa: La encarnación de la imagen tradicional mexicana del macho

Francisco Villa, tenía una memoria fotográfica, privilegiada, sabía el nombre de innumerables soldados. Por las madrugadas recorría los campamentos, saludaba a sus soldados y les preguntaba si podía comer con ellos. Esto no lo hacía sólo por compartir los alimentos, sino también para evitar ser asesinado.


Cuando Villa, ocupaba una ciudad, lo primero en hacer era cerrar las cantinas y el militar que se emborrachaba sería fusilado; no permitía el saqueo pues colocaba tropas frente a las tiendas y hasta después de la batalla repartía bienes y dinero a la tropa; la compleja organización villista contrastó con la violencia, arbitrariedad y bandolerismo de las indisciplinadas huestes federales de Pascual Orozco.


En el pensamiento popular, Villa, se adecuaba a una serie de tradiciones e imágenes profundamente arraigadas; era la encarnación de la imagen tradicional mexicana del macho, tenía todas las cualidades combativas que el machismo exigía: era valiente, luchador de primera, su puntería con la pistola era proverbial y su habilidad como jinete era tan grande que los bardos escribían corridos sobre sus caballos.

Su interés por las peleas de gallos y su reputación de mujeriego eran elementos esenciales de esa imagen. También lo era su crueldad, adecuada al modelo del macho.

Encajaba por igual en otra imagen la de: vengador de los pobres, el hombre de clase baja que la había hecho en grande pero que no olvidaba sus orígenes y volvía para castigar a los culpables de su sufrimiento.

Por PanchoVillaMx.