Octaviano Meraz González, nació en Mineral de Gavilanes, municipio de San Dimas, Estado de Durango, en 1852, fue el mayor de siete hermanos. Octaviano se forjo en el rudo trabajo del campo, con el tiempo los jefes de la mina de Gavilanes vieron en él valor y determinación, pronto fue contratado como parte del grupo de vigilantes de la mina.

En 1887, Octaviano fue comisionado, por el Gobierno del Estado, para perseguir a Heraclio Bernal, un famoso gavillero de la época, el conocimiento del terreno y acostumbrado al clima de la región lo hacían el hombre ideal para atrapar a Bernal. Los lugareños vieron en Octaviano a un hombre valiente y lo comenzaron a llamar “El León de la Sierra”.

El 5 de enero de 1888, Heraclio Bernal fue rodeado por lo hombres de Meraz en el cerro del Pelón, Sinaloa, a pesar de su dura defensa, Bernal cayó bajo las balas de sus atacantes. Octaviano Meraz cobro fama de implacable, se decía que todo aquel bandido que caía en sus manos era ajusticiado de inmediato.

Otro celebre bandido, Ignacio Parra y su gavilla, llevaba varios años asolando las regiones De Santiago Papasquiaro, Canatlán y San Juan del Río, Durango. El jefe político Jesús Salcido, encargo la misión de perseguir a Parra a Octaviano Meraz.

Al mando de ocho hombres, escogidos por el mismo, comenzó su tarea el primero de noviembre de 1898. Aparentando ser un comprador de mulas, se fue acercando a los terrenos de Parra. Entre las cinco y seis de la tarde del día 23, Octaviano y sus hombres, encontraron a Ignacio, Matías y Vicente Parra, en el Puerto de la Cruz, terrenos de la Sauceda, suscitándose un fuerte enfrentamiento donde resultó muerto Ignacio, logrando escapar Matías y Vicente.

Arrieros de la sierra de Durango bajo el mando de Octaviano Meraz transportando barras de plata en 1913.

Doroteo Arango, quien se había unido a la banda de Ignacio Parra en 1896, a los 18 años, para ese momento ya se había separado de ellos. Poco tiempo antes Doroteo había tenido un altercado con Refugio Alvarado porque este último había matado a un anciano por negarse a venderle pan.

Pero no pasaría mucho tiempo para que Octaviano y Doroteo se vieran las caras. A principios de 1901, Doroteo fue capturado acusado de robo a mano armada, lo trasladaron a la cárcel a de San Juan del Río en espera de la acordada comandada por Octaviano para conducirlo a la cárcel de Canatlán.

Los demás reos sabían que era una treta para aplicarle la ley fuga, le informaron a Doroteo cuál sería su destino. Los presos después de ser llevado a pie sin apenas descansar, llegaban a un arroyo a medio camino donde les permitían beber, al agacharse a tomar agua, recibían un tiro por la espalda.

A la mañana siguiente Doroteo era conducido por una escolta a Canatlán para ser juzgado, después de unas horas de camino, se encontraron con el arroyo, Octaviano le pregunto a Doroteo si quería beber, este le pregunto si lo iba a matar ahí, Octaviano, mirándolo fijamente le dijo que bebiera tranquilamente, que no pasaría tal cosa.

Años después, el primero de noviembre de 1921, el general Francisco Villa se encontraba en Durango, arreglando unos asuntos de impuestos correspondientes a la hacienda de Canutillo.

Para entonces Octaviano Meraz acudía a Durango a rendir informes a la jefatura de Operaciones mensualmente. Enterado Villa que Octaviano se encontraba en la ciudad lo mando llamar. Un par de Dorados escoltaron a Octaviano hasta el hotel donde se hospedaba Villa, al verlo se puso de pie, le dio un fuerte abrazo sin antes agradecerle que le perdonara la vida años atrás. Octaviano Meraz murió de una infección intestinal el 22 de julio de 1928.

Por Jorge Cabrera Vargas