No todos los grandes amores terminan en final feliz

Todos sabemos de sobra lo mujeriego que era el general Francisco Villa, un hombre que según los historiadores se casó nada más y nada menos que con 75 mujeres pero oficialmente se le reconocen sólo 23 esposas, una cifra aún muy alta para un hombre común y corriente.

Pero el General era todo, menos común. Y como arriesgaba la vida todos los días pues era justo que tuviera las mujeres que quisiera, ¡según él! por supuesto.

A todas y cada una de estas mujeres les juró amor eterno en el altar de diferentes iglesias y, ¿por qué no? Es tan fácil decir ¡sí! cuando la recompensa será el amor.

Pero de todas esas mujeres hubo una es especial, por la que Pancho Villa torció su brazo, una mujer que logró enamorar loca y apasionadamente al Centauro del Norte, su nombre: Luz Corral, una mujer grande y generosa que logró qué Pancho Villa se casara con ella en el registro civil un 28 de mayo de 1911, convirtiéndose así en su única esposa legal. El 24 deoctubre de ese mismo año contrajeron nupcias por la iglesia, la séptima boda por la iglesia del General Villa por cierto.

En 1912, Dios los bendijo con el nacimiento de su primogénita, Luz Elena Villa Corral, una niña que gozó del amor de todos los que la conocieron, y que desgraciadamente murió a antes de cumplir los dos años de edad.

Luz no tuvo más hijos pero dio su amor maternal a tres hijos del general de los que se hizo cargo completamente. Incluso se los llevó a La Habana en 1915 para salvarles la vida cuando Obregón puso fuera de la ley a Villa, pasado un tiempo en Cuba Luz y los hijos de El Centauro se trasladaron a San Antonio, Texas. Mientras tanto su amado esposo seguía contrayendo casamiento con una y con otra, pues que podía hacer el señor, no podía estar sin una mujer que lo atendiera, ¿qué no?

Después de que Villa fuera asesinado, Luz regresó a México con el corazón destrozado a vivir a su Quinta Luz, la quinta que le había regalado su Pancho, el amor de su vida.

No todos los grandes amores terminan en final feliz.

Texto: Historias de tierra sagrada, mi México