La rendición de Francisco Vill

Por Jorge Cabrera Vargas


El Plan de Aguaprieta del 23 de abril de 1920, lanzado por Adolfo de la Huerta y Plutarco Elías Calles, en contra del gobierno de Venustiano Carranza, contó con el apoyo de la gran mayoría del Ejército Nacional. El general Pablo González y sus principales jefes formaron el grueso del nuevo Ejército Liberal.

Álvaro Obregón, candidato a la presidencia, alzó la mano y se puso a las órdenes de sus coterráneos.


La Rebelión de Agua Prieta culminó con la muerte de Carranza el 21 de mayo de 1920, estaba a punto de terminar la lucha armada, los otros frentes aceptaron de buen modo la unidad nacional, felicistas, guardias blancas, soberanistas y zapatistas; sólo quedaba convencer a Villa de deponer las armas.


Unos pocos días después de los sucesos donde perdió la vida Venustiano Carranza en Tlaxcalantongo, Puebla; se realizó una entrevista entre los generales Francisco Villa e Ignacio C. Enriquez, gobernador de Chihuahua, en ese momento.


Calles, Secretario de Guerra, le giró instrucciones a Enríquez, por órdenes del nuevo gobierno provisional de Adolfo de la Huerta, para ofrecer garantías a Villa y a sus hombres al deponer las arma.
En un pequeño segmento de la entrevista que dio Ignacio C. Enríquez al periodista Julio Ordaz en abril de 1962 se puede leer:

«Luego observe que se había suavizado la tensión de nervios entre nuestros respectivos acompañantes, pues la mayoría se conocían. El mismo capitán nos pidió le permitieramos retratarnos en grupo de pie: Trillo,Villa, Nicolás Fernández y yo, fotografía bastante bien lograda.»


Enriquez aprovechó para dirigir unas palabras a los hombres de Villa, lo que causó su enojo, alegando que «a mi gente nomas yo le hablo»
«Repliqué que era indispensable que ellos supieran que ya no había razón para seguir matándonos…

Y al ver que Villa se dirigía a su caballo montándolo rápidamente, yo hice lo mismo, quedando unos frente a los otros.»


Sin lograr ponerse de acuerdo en ese momento, se hicieron de palabras amenazandose mutuamente de hablar con las armas, haber quien es «mas soldado».
«Yo traigo gallos de estaca, buenos para la pelea» le dijo Enríquez señalando a los ex jefes de sus Dorados Jesús María Ríos y Julián Pérez*.


Cada quien partió con sus hombres por distintos rumbos, Villa hacía Valle de Allende y Enríquez a Estación Dorado, sobre la vía de Jiménez a Parral, desde donde le comunicaría a Villa la resolución del gobierno.
Esta entrevista se realizó 40 años después de los sucesos, tal vez Enriquez exageró los hechos a su favor, olvido otros y mezcló algunos datos.

Los datos de la entrevista pertenecen a la publicación de Rafael Garcia.

*Jesús María Ríos fue herido en 1916, a raíz de esto perdió la razón.


Julián Pérez murió en Tlaxcalantongo, Puebla el 21 de mayo de 1920.