El globo de Cantolla y su inventor, alumno del Colegio Militar

En la imagen, Joaquín de la Cantolla, acompañado de Alberto Braniff y Jules Dubois abordan el globo para volar sobre el Valle de México.

A Don Joaquín de la Cantolla se le considera inventor de los Globos de Cantolla; nativo de la capital, fue alumno del Colegio Militar y no concluyo sus estudios, ya que era sumamente inquieto y curioso, tuvo que ser dado de baja del Plantel tras haberse herido jugando con pólvora extraída de los cartuchos.

Gracias a eso, no compartió el destino de sus compañeros de clase, que murieron el 13 de septiembre de 1847 defendiendo el último reducto del Ejército en la guerra contra los Estados Unidos.

Cantolla consiguió empleo en el servicio telegráfico, donde ganaba poco, pero consiguió numerosas amistades, así pues, todo mundo sacó del bolsillo para que finalmente en 1863 Cantolla alcanzara su meta. Vestido de charro, compareció ante su aerostato montado a caballo. Descendió del corcel de un ágil brinco, trepó a la canastilla y consumó su primer ascenso.

Solterón empedernido, Joaquín de Cantolla y Rico vivía junto a la Alameda Central con un hermano menor un tanto maniático, quien con el pretexto de salvarle la vida al telegrafista no cedía en sus intentos de prender fuego a los globos. Tampoco faltaron accidentes durante la carrera de Cantolla, que no siempre fue ascendente, sino que alguna vez llegó a descender de mala manera. Cierto día, un curioso que se encontraba en las cercanías quedó atado de un pie con uno de los lazos del globo.

Tenía ya 60 años cumplidos cuando aceptó la invitación que le hiciera Alberto Braniff, primer mexicano en volar en aeroplano en 1908, quien así como había traído de Francia el biplano con que realizó su histórico vuelo, importó de aquel país un globo y de paso trajo a un experto, Julio Dubois, para inflarlo, atarlo, soltarlo y demás. Por hacerle el honor a otro héroe como él, Alberto Braniff quiso ir acompañado de Cantolla en la barquilla de su aerostato francés.

Fue un domingo 25 de enero de 1914 cuando ambos personajes ascendieron, Braniff vestía uniforme militar y Cantolla levita. Subieron con éxito, entre la aclamación general. Pero se produjo un momentáneo ventarrón que arrojó el aparato por los rumbos de Chalco, incidente muy grave para el ánimo del pobre Cantolla, que sufrió un gran susto, pues por allá andaban las fuerzas zapatistas del General Genovevo de la O que pretendieron bajar el globo a balazos.

Fue necesario que acudiera el Ejército para impedir tal agravio. Un gran aplauso premió el dichoso retorno, tras lo cual Alberto Braniff dispuso que su propio automóvil llevara a casa en San Cosme a don Joaquín de Cantolla y Rico, a la sazón intensamente pálido por la difícil jornada. Cantolla bajó del coche ante su modesta vivienda, pero apenas traspuso la puerta sufrió un derrame cerebral. Y acto seguido ingresó en la leyenda.

Por PanchoVillaMx