¿Conoces la historia de los símbolos patrios?

Podría ser un poco diferente a lo que se nos ha contado. Aprende sobre la bandera de México y porqué es una de las más bonitas del mundo.

Nuestra bandera lleva en el centro un símbolo que nos identifica como mexicanos: Un águila devorando una serpiente majestuosamente erguida sobre un nopal, ¿cierto?

El escudo como símbolo patrio fue grabado en piedra, plasmado en códices y hasta en la moneda nacional.

El hallazgo de dicha imagen marcó el nacimiento de una ciudad que fuera conocida por todos como el centro del país, el núcleo de la vida nueva.

Con los años adquirió un poder de identidad en el que recae nuestra mexicanidad, ya que nos reconoce como tal alrededor del mundo. Sin embargo, su origen es polémico y muy distinto al que aprendimos en la escuela.

La Peregrinación de los Aztecas es el origen del mito que nos diera tan especial símbolo.

Cuando nace un pueblo o sociedad, nacen nuevas formas de vida, nuevas creencias y con ellas, nuevas reglas. Su existencia se rige bajo la interpretación de sus propios y nuevos estatutos.

La fundación de México-Tenochtitlán se ha dado a conocer al mundo gracias a la tradición oral y las obras pictóricas que quedaron en la herencia de la historia del país.

En una tira de maguey quedó grabado el trayecto que los aztecas siguieron para encontrar la señal que –según la leyenda– Huitzilopochtli les había dado: el lugar donde encontraran un águila devorando una serpiente parada sobre un nopal marcaba el sitio donde habían de asentarse.

Pero ¿qué tan cierto es este mito? El pueblo mexica que dominaba el Altiplano Central de México durante la Conquista española, había llegado hasta ese lugar luego de salir de Aztlán, un sitio al norte que posiblemente sólo existió en la cosmogonía prehispánica. Los aztecas vagaron en todo el territorio buscando la señal durante cerca de dos siglos, aquella que les indicara cuál era su lugar de asentamiento.

La sociedad mexica mantenía una estructura estratégicamente militar. Los guerreros gobernaban al pueblo y gracias a ellos se consolidaba la nueva vida que denominarían “imperio” luego del asentamiento.

Después de buscar incansablemente la señal inequívoca, hallaron lo predicho por
Huitzilopochtli:

En la piedra Teocalli de la Guerra Sagrada, el águila se devora el símbolo de Atlachinolli, que dista mucho de ser una serpiente y de la institución del escudo nacional como símbolo que recoge nuestra identidad nacional. De hecho, si somos estrictamente objetivos, tal identidad nacional es una creación meramente española.

El Atlachinolli (agua sagrada), es el símbolo de una guerra sagrada entre dos fuerzas naturalmente rivales, el agua y el fuego que no se encuentran fuera del individuo, sino dentro él. Simboliza la dualidad presente en la cosmovisión prehispánica.

No pertenecemos a ningún lado, nadie debe dictar qué es bueno o qué es malo, solamente somos una fusión entre ambas partes que se combinan para crear un equilibrio dentro del ser humano. Así, esa ecuanimidad se completa cuando tenemos conocimiento de uno mismo como ser perteneciente al Universo.

Todo aquel que vive la batalla entiende que al ganarla, no es que haya predominado uno de los dos elementos, sino que hubo una convergencia de ambas cualidades y el sujeto es capaz de entenderse como parte de un orden supremo, señal de una transformación que no es más que el resultado del conocimiento de uno mismo.

La manera en que conocemos el símbolo patrio se dio gracias a la manipulación de un discurso para legitimar el poder. Cuando la empresa de la conquista española avanzó sobre los pueblos mexicas, se instruyeron sobre todas y cada una de las creencias que le dieron origen a tan misterioso lugar que habían invadido.

Entonces, al escuchar el relato de la peregrinación que los hizo llegar a Tenochtitlán, malinterpretaron el significado visual –y por consiguiente, el mitológico– del
Atlachinolli.

Con el fin de autoproclamarse como autoridad, los españoles le dieron al Atlachinolli un significado más bien malévolo.

En el catolicismo, las serpientes son señal de maldad, de su idea del diablo, ya que fue una de ellas la que sedujo an Eva para que comiera del fruto prohibido.

Por lo tanto, con la serpiente, vista como un animal malvado se esparció el rumor de que en realidad, el águila se devoraba una de ellas, como señal del fin del pecado. Para ellos, esta figura denotaba la terminación de un villano, deformando por completo el simbolismo primario de la cultura mexica, que iba más por el renacer y el inicio de un nuevo ciclo.

La transformación a través del Atlachinolli se daba gracias a que éste se devoraba a sí mismo, lo que significaría el entendimiento del ser renaciendo en una nueva criatura con alas que marcaría el comienzo de una nueva vida.

En la cosmovisión mexica, la serpiente se asocia con la Madre Tierra Tonantzin Tlalli Coatlicue, diedad de la fertilidad y los ciclos de la vida, con Quetzalcoatl, con el conocimiento y la sabiduría, no tiene nada que ver con el inframundo católico, ni con un villano como si de ficción nefasta y ridícula se tratara.

El significado del Atlachinolli es más bien un llamado a la guerra vista como la transformación y al cambio de uno mismo. A iniciar un nuevo ciclo de vida que involucre cambios de todo tipo, no sólo espirituales; recordemos que la peregrinación azteca buscaba un lugar de asentamiento, más que un renacer espiritual.

Con la contraposición de sus valores, los mexicas tuvieron que aceptar el significado dado por los españoles deformando incluso las evidencias pictóricas que lograron que se nos reconozca con un símbolo que no es propiamente nuestro, sino una adaptación de las creencias de un pueblo que buscaba movilidad, un nuevo ciclo que iniciar y preservar sus tradiciones.

Por PanchoVillaMx