Alvaro Obregón traicionaría a Pancho Villa
“Si trabajas para vivir, no te mates trabajando”; dice en un machete entregado al General Francisco Villa por el General Álvaro Obregón como símbolo de su amistad y con esas palabras grabadas en el mismo.
«Parral me gusta hasta pa’ morirme«, decía Pancho Villa cuando visitaba esta ciudad al sur del estado de Chihuahua.
Corría el año 1923 y se acercaba el relevo del presidente laboralista Álvaro Obregón, al que aspiraban Plutarco Elías Calles, quien acabaría levantándose en armas, y Adolfo de la Huerta.
El héroe revolucionario había mostrado abiertamente su apoyo a este último con la esperanza de extender sus reivindicaciones sobre la soberanía campesina, pero la burguesía estadounidense guardaba 150 balas en la recámara para impedirlo.
Desde la Hacienda de Canutillo partió a principios de julio rumbo a Hidalgo de Parral, donde pretendía reunirse con algunos camaradas. Sus hijos «sintieron algo» antes de su partida y rompieron a llorar agarrados a sus piernas, de acuerdo al testimonio de Juana María Villa.
Pese a estar consciente de que había varias conspiraciones para acabar con la vida de Francisco Villa, algunas de ellas frustradas por él mismo, confiaba en la limpieza de los candidatos presidenciales, según relata Friedich Katz en su biografía sobre Pancho Villa.
Por eso rehusó la escolta de 50 hombres que habitualmente le protegía en sus viajes y únicamente anduvo acompañado por cinco, entre los que se incluían el general Trillo y su asistente de confianza, Daniel Tamayo.
Por PanchoVillaMx.