El fracasado intento de las fuerzas villistas por tomar la ciudad de Agua Prieta, Sonora, entre los días uno y dos de noviembre de 1915, condujo a los revolucionarios a intentar atacar Hermosillo, la capital del Estado.

A mediados de noviembre de 1915 Villa y sus desmoralizados hombres, derrotados en Agua Prieta, libran una batalla en el Alamito, lugar cercano a Hermosillo, los federales del general Manuel M. Diéguez, habiendo derrotado una vez más a los villistas, se repliegan hacia la ciudad, con la intención de contener de mejor manera a Villa, quien no dobla las manos tan fácilmente, él y los suyos buscan venganza.Lo cierto es que los carrancistas tienen un sin fin de hombres enfermos de gripe con evacuaciones, que ellos llaman «fríos».

La población de Hermosillo está temerosa, Villa a prometido a sus hombres tres días de saqueos cuando tomen la ciudad. El ataque empieza el día 21 por la noche, las calles se llenan de interminables descargas de fusiles y ametralladoras. Los Yaquis de Francisco Urbalejo atacan con mayor furia a partir del siguiente día 22, intentando rescatar a sus familias capturadas por los federales.

La presión es mucha para el general Diéguez, llama al general Ángel Flores dando órdenes de desalojar la plaza.

“… General Angel Flores… proceda de inmediato a dar las órdenes necesarias para evacuar la plaza…”.

  • No puedo mi General.. responde Flores con voz fuerte; Diéguez extrañado lo cuestiona:
    -¿Porqué… se insubordina entonces?. Flores con firmeza le responde:

-Nunca mi General… Con recto proceder y hombre de criterio explica:

  • Hoy como a las 8 de la mañana una numerosa comisión de hombres, señoras y señoritas casi histéricos, ante la amenaza de Villa de dar a su tropa tres días libres si toman Hermosillo, me pidieron casi en súplica… y vaya que esta gente no es de la que suplica… que no los abandonara; que los defendiera…. Yo mi General, les di mi palabra de honor que los defendería a como diera lugar…

Diéguez se levantó de su oficina, se caló sus anteojos, se retorció los bigotes y tendiéndole la mano a Flores le dijo:

-La palabra de un militar es sagrada… ¡cúmplala!…

Esta decisión dio ánimos a las tropas enfermas, peleando con fiereza toda la noche hasta el amanecer del día 23, al mediodía los Yaquis que acompañan a Villa se rinden, 500 hombres de Luis Buitimea entran a Hermosillo ondeando una bandera blanca.

Willa y sus hombres se retiran no sin antes combatir toda la noche hasta el amanecer del 24, el general Ángel Flores cumplió su palabra de militar.

Por Jorge Cabrera Vargas.