Según el carrancismo, el uso de su violencia contra villistas es legítimo

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7 de junio de 1915. Según el carrancismo, el uso de su violencia contra villistas es legítimo por tratarse de “traidores a la patria”

El 7 de junio de 1915, “El Pueblo” publicó una editorial sobre la violencia desencadenada durante la Revolución mexicana en proceso. El diario carrancista justificó el uso de la violencia como necesaria, una violencia “selectiva”, en contra de los traidores de la patria, señalados así los villistas por el gobierno de Venustiano Carranza:


“La violencia es un derecho ante la amenaza, ante el ataque y ante la muerte. Ha sido estigmatizada por destructora y porque no conoce límites cuando entra ciega y frenéticamente en acción; pero dentro del terreno sociológico y político la violencia tiene una fase particular en ocasiones, que no reviste en ninguno de los otros campos en que puede presentarse.

La violencia puede políticamente destruir, pero puede también reconstruir. El asesinato de Huerta, antes que el de Madero, hubiese sido una violencia que habría reconstruido el orden constitucional y el despojar a los grandes propietarios de los terrenos que fueron de propiedad comunal, podría ser, -si tal fuese, que no lo es el procedimiento decretado- una violencia que reconstruiría la legítima posesión de los ejidos de los pueblos.


“La persuasión es la fuerza de la razón que no puede tener efecto sino cuando no se yergue ciega y sorda la fuerza material ante ella; entonces no queda más recurso que el de la violencia para imponer la razón misma o para reivindicar el derecho usurpado. La violencia que es a menudo producto pasional; es en no pocas ocasiones consecuencia ineludible e incontrarrestable de un estado social determinado.

Las crisis económicas que siempre preceden y siguen a las crisis políticas, son manantial inagotable de violencia. El hombre y las necesidades no entienden de retórica, leyes, ni razones; como que son la suprema razón y la suprema ley; producto siempre de expoliaciones o esclavitudes que anhelan reivindicación y libertad para usar su autoridad en saciar su propia necesidad física.


“Los gestos de los razonadores ante las manifestaciones brutales de la violencia en la lucha de los individuos o de los pueblos, por la supervivencia o por la reconquista del derecho, son gestos de párvulo ante la purga que habrá de sanear su organismo. Cuando la violencia es destructora solamente hay que anatematizarla; cuando es reconstructora hay que tolerarla y dejarla hacer. En el primer caso es siempre producto pasional, en el segundo corolario de una necesidad, he ahí las características.

La violencia de la Revolución Constitucionalista fue necesaria para oponerse a la fuerza del crimen y la traición que invadía todo el territorio nacional en unas orgía constante y para desterrar al sanguinario Huerta y reimponer la ley constitucional; fue necesaria para hacer huir a extraños países a los buitres del cientificismo y a los pretorianos de la Ciudadela; es necesaria para someter a las diversas facciones sociales que apoyaron al huertismo, a un duro y ejemplar castigo como encubridores y cómplices de traiciones y asesinatos; es necesaria para oponerse y destruir a la facción infidente lanzada contra la misma Revolución por las habilidades científicas; y será necesaria para consumar la obra de saneamiento moral. Económico y político para cimentar sobre inalterables bases definitivas la ley constitucional.


“La violencia de la facción infidente es reprobable, porque nació de una escisión en la lucha de ambiciones personales y en la disputa de preeminencias en honores públicos. Porque si ha sido provocada por la reacción en defensa de sus intereses y privilegios, en primer lugar, estos son bastardos y aquellos nocivos a una mayoría pública, y en segundo, tal violencia no habría nacido si no se hubiese suscitado en los Jefes infidentes las pasiones personales y las ambiciones rápidas e invasoras de derechos respetables y necesarios.

La violencia de la Revolución Constitucionalista es, pues, la violencia necesaria y pasajera, que si va destruyendo y arrasando intereses creados, esta impresión no es sino superficial; en el fondo va reconstruyendo y creando la nueva, la verdadera, la definitiva patria mexicana”.


La propaganda carrancista buscó asegurar el apoyo de la mayor parte de la población con la promesa de una rápida pacificación del país. Sin embargo, tras casi cinco años de lucha, los ciudadanos manifestaban ya un cansancio social.

La economía se encontraba en ruinas y en muchas partes del país cundió el hambre y las enfermedades. Sin embargo, aún faltaba un lustro más para que el país iniciara su lento proceso de reconstrucción en el proceso postrevolucionario.

Villistas. 1914. Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

Via INEHRM

Por PanchoVillaMx

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