¿Sabías que el escudo de la bandera de México es una escultura mexica de hace 500 años?
Bautizada por Alfonso Caso como “Teocalli de la guerra sagrada”, esta escultura representa el triunfo del sol, pues es Huitzilopochtli (deidad del sol), quién guió a los mexica hacia la isla donde fundaron Tenochtitlán. Se encuentra en el Museo Nacional de Antropología.
Se trata de una maqueta mexica a escala de un basamento piramidal que cuenta con trece peldaños, decorada en la parte superior con la diosa Tlaltecuhtli, señora de la tierra.
En la parte inferior a los costados hay deidades en actitud de autosacrificio, mientras que por la parte posterior se puede apreciar un cuauhtli posada sobre un nopal devorando lo que, a primera vista, parecería ser una serpiente.
¿Pero lo es? Ya te contaré sobre esto más adelante.
El teocalli de la guerra sagrada es una escultura realizada durante el gobierno de Moctezuma Xocoyotzin en 1507. Mide 123 x 92 x 100 centímetros.
En la parte superior podemos apreciar un círculo compuesto de diferentes símbolos, entre los cuales destacan rayos solares saliendo del centro. En el centro se encuentra tallado el día “nahui ollin” (cuatro movimiento), que representa el día en que habría de acabar el mundo por terremotos, según las profecías mexica de las que te conté en el artículo de la leyenda de los soles.
Vemos las figuras de Moctezuma y Huitzilopochtli, ambos ricamente ataviados, lo cual representa el compromiso del tlatoani de perpetuar la existencia del sol a través de la guerra, como ofrenda a la deidad.
Por otra parte, a los lados de la escultura podemos apreciar a dos deidades del Mictlán, así como cuatro sacerdotes sentados en la posición de flor de loto, preparándose para el autosacrificio.
Asimismo, vemos dos fechas especiales en el grabado: Ce técpatl (uno cuchillo) y Ce miquiztli (uno muerte), que están asociadas con Tezcatlipoca, el espejo humeante, que ha sido considerado por algunos como el dios más importante de la mitología mexica.
“El teocalli de la guerra sagrada celebra el triunfo del Sol en el universo y justifica el poder de los mexicas tras la fundación de sus ciudad en el año 2 Casa (1325), la cual está grabada en la parte superior del monolito. Todos los personajes y símbolos representados en el monumento –incluidas las fechas calendáricas y el águila posada en el nopal esculpida en la cara posterior- se conjugan en una gloriosa alabanza a la guerra y la unión simbólica del fuego y el agua”.
“La unión simbólica del fuego y el agua”, como cita el texto anterior, era para los mexica la guerra y se representaba a través de lo que el águila de la escultura en la parte posterior lleva en el pico.
Es precisamente este grabado el más interesante de la pieza y uno de los más importantes de nuestra historia como nación, ya que se trata de la representación más antigua del escudo de la bandera de México.
El grabado consta de un cuauhtli, que ha sido interpretado como un águila (aunque no lo es), posado sobre un nopal repleto de tunas, que en la cosmovisión mexica representan corazones humanos. A diferencia de nuestro actual escudo nacional (que está en la bandera de México), el cuauhtli no lleva en su pico una serpiente, sino el símbolo de la guerra sagrada llamado atlachinolli que es un difrasismo náhuatl que se traduce como “agua quemada”:
Atl: agua.
Tlachinolli: cosa quemada (en alusión al poder militar mexica).
Para entender el escudo en su conjunto hay que analizar cada uno de los componentes:
El cuauhtli es, en la cosmovisión mexica, el ave que más cerca puede volar del sol. Es el animal que, según las leyendas nahuas, se arrojó a la hoguera divina siguiendo a Tecuciztécatl, quién se convertiría en el sol que nos alumbra. Por ello, el cuauhtli se convirtió en un animal representativo del astro rey, Huitzilopochtli.
El nopal, que surge de las fauces de Tlaltecuhtli, la diosa de la tierra, se encuentra en posición de “sapo”: sus pies están calzados por cactlis (sandalias de la época prehispánica), decorados con moños y, detrás de la deidad, hay algunas líneas ondulantes que representan el movimiento del agua del lago de Tezcuco. Esta imagen hace una alusión al hecho de que el nopal crecía en un islote en medio del agua, hecho que se ajustaba exactamente a la señal que Huitzilopochtli les había dicho a sus sacerdote que enviaría cuando llegaran al lugar en el que se debía fundar Tenochtitlan.
En su totalidad, este conjunto de elementos (el cuauhtli con el atlachinolli en el pico, y el nopal creciendo en un islote en medio del lago) nos habla de la señal que Huitzilopochtli prometió a su pueblo para indicar la llegada a la tierra prometida, después de haber peregrinado durante 200 años.
“Volvieron inmediatamente a Toltzallan, a Acatzallan, a Oztotempan y llegaron a Acatitlan, donde se levanta el “tenochtli” al borde de la cueva vieron cuando, erguido al cuauhtli sobre el nopal, come alegremente, desgarrando las cosas al comer, y así que el cuauhtli les vio agachó muy mucho la cabeza, aunque tan sólo de lejos lo vieron ellos, y su nido o lecho, todo él de muy variadas plumas preciosas, de pluma de cotinga azul, de flamenco rojo, de “quetzal”, y vieron asimismo esparcidas ahí las cabezas de muy variados pájaros, de las aves preciosas…”.
Fuente: “Crónica mexicáyotl”, de Hernando Alvarado Tezozómoc.
Así que si alguna vez escuchaste o leíste que el escudo de la bandera de México es una invención totalmente española, aquí tienes un registro claro de su origen -aunque, como te conté en otro artículo, existe la teoría de que el ave en esta escultura no es un águila-. Si quieres ver el Teocalli de la Guerra Sagrada, puedes hacerlo en el Museo Nacional de Antropología, en la ciudad de México.
Autor Xiu
Por PanchoVillaMx