Qué comida ofreció el dictador Porfirio Díaz a al presidente de EEUU William Taft
Un año antes del estallido de la Revolución Mexicana, el dictador organizó un suntuoso banquete con platillos franceses servidos en una vajilla de Maximiliano de Habsburgo.
El dictador Porfirio Díaz recibió al presidente estadounidense William Taft en Chihuahua, el 16 de octubre de 1909. Al ser la primera reunión oficial entre presidentes de México y Estados Unidos, Díaz mandó a traer flores desde Guadalajara y una vajilla perteneciente al segundo emperador, Maximiliano de Habsburgo, para la lujosa cena que ofreció a su homólogo.
De acuerdo con el periódico El Imparcial, el presidente de la República Mexicana salió de su recámara vestido con su uniforme de divisionario, sobre el cual lucía todas sus condecoraciones y se dirigió hacia el país vecino, donde lo esperaba Taft, quien llevaba puesto un atuendo más escueto consistente en un traje de etiqueta.
Antes del gran banquete servido en territorio mexicano, los presidentes desayunaron juntos en El Paso, Texas. En el sencillo desayuno comieron tan solo pan y café, tras lo cual brindaron y dieron un desfile por la localidad antes de que Díaz volviera a Ciudad Juárez.
En México estaba todo preparado para el festín que tuvo lugar en las instalaciones de la Aduana Mexicana. La influencia francesa se vio reflejada en el evento no solo a través de la comida sino también de la decoración, ya que en una de las habitaciones fue recreado uno de los salones de Versalles y fueron colgados retratos de Miguel Hidalgo, Benito Juárez y George Washington.
El menú estuvo a cargo del chef francés Sylvian Dumont, a quien también se encomendó el banquete por la celebración del centenario de la Independencia. Para la visita presidencial preparó como entrada Consomé Regence y varios platos fuertes: rollitos de ternera rellenos de pescado lucio a la Olga, timbales a la Palermitaine y filetes de res a la Varin, Chaud-Freid de pollo a la Estragón y cuartos de venado a las dos salsas.
Cada platillo estuvo acompañado por un licor distinto: vino Chablis Moutenne 1898 para el primer plato, Chateau Bon Air 1893, Corten Clos du Reis 1898 y champaña Veuve Cliquot Brut en el resto. También se sirvieron ensalada Carbonara y espárragos en salsa sueca, además de pastel Napolitano con café y té.
La suntuosa cena para el presidente ocurrió durante un periodo lleno de celebraciones ostentosas, en las cuales Porfirio Díaz olvidó el principio de austeridad con el que llegó al poder. De acuerdo con información publicada en el periódico católico La Linterna, al llegar a la presidencia, el dictador estaba en contra de los grandes reuniones y una de sus publicaciones, en 1877 incluso declaró: “Los presidentes de México deben morirse de hambre, comer es tiranizar al pueblo, la gastronomía es el escollo de las libertades.”
Sin embargo, poco después dejó atrás estos ideales. Vivió en la opulencia junto a su familia, mientras impulsaba grandes cambios con los que el país tuvo un progreso que no favoreció por igual a todas las clases sociales y que finalmente llevó al estallido de la Revolución Mexicana.
Cabe mencionar que el conflicto armado no contó con la simpatía de Estados Unidos, que desde antes tenía una relación fracturada con México. Ya que tras la amistosa reunión binacional de Díaz y Taft, los mandatarios se distanciaron debido a varios hechos como la negación del gobierno mexicano a extender la prórroga de arrendamiento de la Bahía Magdalena, la preferencia que el régimen porfirista dio a la inversión europea y el apoyo que brindó José Santos Zelaya, el expresidente de Nicaragua que fue derrocado tras una intervención estadounidense.
Por PanchoVillaMx