Profesora y alumnas en clase de matemáticas en la Casa de la Amiga de la Obrera

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El 31 de marzo de 1910, se dio a conocer que un grupo de profesores realizaban un esfuerzo común para combatir el analfabetismo en la Ciudad de México:

“Un grupo de profesores de instrucción primaria se han reunido con el fin de dar clases de materias elementales a los personas que no han tenido la oportunidad de aprender, es decir, que dichos profesores se dedicaron a cumplir una obra de misericordia, enseñar al que no sabe.

Al efecto, acabaron fundado una escuela nocturna para obreros, en la que se darán a quienes los soliciten, la instrucción primaria.

El local elegido es un casa apropiada del Puente de Solano. Algunos afectos a la propagación de ciertos conocimientos científicos en la forma popular, es decir, propias para determinadas inteligencias poco cultas, han ofrecido su contingente, y en efecto, dará conferencias en la misma escuela. Son estos señores: don Luis G. León, don Ponciano Rodríguez, don Fidencio R. Nava, don Luis H. Monroy […]


La Secretaria de Instrucción Publica y Bellas Artes proporciona los muebles y los útiles de la escuela y los señores licenciado don Pablo Macedo y el Colegio de Abogados, suministraron los gastos que demanden el funcionamiento del plantel.”

Durante el gobierno de Porfirio Díaz, el gasto presupuestal para la educación se enfocó más a la formación de profesional que a la instrucción primaria, lo que perjudicó a la mayoría de la población, ya que el analfabetismo era muy alto, puesto que, de acuerdo al Primer Censo de Población, levantado en 1895, el 82% de la población en nuestro país no sabía leer ni escribir.


Fuente: Diario de la Revolución, INEHRM, 2010.

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