Pancho Villa y el derecho del voto a las mujeres

En una ocasión le pregunté si las mujeres votarían en la nueva República. Estaba extendido sobre su cama, con el saco sin abotonar.

-¡Como! Yo no lo creo así, contestó, alarmado, levantándose rápidamente. ¿Qué quiere usted decir con votar? ¿Significa ello elegir un Gobierno y hacer leyes?

Le respondí que sí, y que las mujeres ya lo hacían en Estados Unidos.

Bueno, dijo rascándose la cabeza. Si lo hacen allá, no veo por qué no deben hacerlo aquí. Puede ser que sea, como usted dice; pero nunca había pensado en ello. Las mujeres, creo, deben ser protegidas, amadas, no tienen una mentalidad resuelta.

No pueden juzgar nada por su justicia o sin razón. Son muy compasivas y sensibles. Por ejemplo, una mujer no daría la orden para ejecutar un traidor.

No estoy muy seguro de eso, mi general, le contesté. Las mujeres pueden ser más crueles y duras que los hombres.

Me miró fijamente atusándose el bigote. Y después comenzó a reírse. Miró despacio hacia donde una mujer ponía la mesa para almorzar.

Oiga, exclamó; venga acá. Escuche. Anoche sorprendí a tres traidores cruzando el río para volar la vía del ferrocarril. ¿Qué haré con ellos? ¿Los fusilaré o no?

Toda turbada, ella tomó su mano y la besó.

¡Oh! Yo no sé nada acerca de eso, dijo ella. Tú sabes mejor.

No, dijo Villa. Lo dejo completamente a tu juicio. Esos hombres trataban de cortar nuestras comunicaciones. Eran traidores federales. ¿Qué haré? ¿Los debo fusilar o no?

¡Oh! Bueno, fusílalos, contestó la señora Villa.

Villa rió entre dientes complacido: Hay algo cierto en lo que usted dice. Y durante varios días acosó a la cocinera y a las camareras preguntándoles a quién querrían para Presidente de México.

Testimonio del escritor y periodista estadounidense John Reed en su libro «México insurgente», publicado en 1954.

Por PanchoVillaMx