México sí invadió a EE.UU. en marzo de 1916

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En días recientes, Eric Trump, hijo del presidente Donald Trump, lanzó una polémica declaración: aseguró que si México se atreviera a invadir Estados Unidos, “sería eliminado en seis segundos”. La frase, lejos de ser una advertencia estratégica, es una afrenta histórica que desconoce la realidad de una nación soberana con la que Estados Unidos comparte no solo una frontera, sino una compleja relación política, económica y cultural.

Pero más allá de lo ofensivo, la afirmación ignora un hecho histórico irrefutable: México ya invadió Estados Unidos. Y no solo eso… jamás lograron capturar al hombre que lideró dicha incursión.

La noche que Pancho Villa cruzó la frontera

La madrugada del 9 de marzo de 1916, el legendario general revolucionario Francisco “Pancho” Villa, al frente de aproximadamente 600 hombres de la División del Norte, cruzó la frontera desde Chihuahua hacia el poblado de Columbus, Nuevo México. Lo hizo en represalia por el reconocimiento del gobierno estadounidense al presidente Venustiano Carranza, su enemigo político. El ataque fue violento, sorpresivo y efectivo: incendiaron parte del pueblo, destruyeron instalaciones militares, asesinaron a civiles y soldados, y se retiraron dejando un mensaje claro: Villa no reconocía ni temía al poder estadounidense.

El saldo fue de 18 estadounidenses muertos, entre soldados y civiles, y al menos 60 villistas abatidos. Pero el golpe más fuerte fue simbólico: por primera vez desde 1812, una fuerza extranjera había invadido territorio continental de Estados Unidos.

La persecución que terminó en nada

La reacción de Washington fue inmediata. El presidente Woodrow Wilson ordenó la movilización de lo que se conoció como la “Expedición Punitiva”, encabezada por el general John J. Pershing. Con más de 10,000 soldados estadounidenses, artillería, transporte mecanizado y aviones de reconocimiento (los primeros utilizados por el ejército en campaña), Pershing ingresó al norte de México con una sola misión: capturar a Pancho Villavivo o muerto”.

Durante más de 11 meses, las tropas estadounidenses recorrieron desiertos, sierras y pueblos del norte mexicano, sin jamás dar con el revolucionario. En lugar de obtener apoyo, enfrentaron hostilidad de la población local, que protegía a Villa como un héroe popular. La operación se convirtió en un fiasco diplomático para Wilson y un desgaste militar innecesario. Finalmente, en febrero de 1917, las fuerzas de Pershing se retiraron, humilladas y sin haber logrado su objetivo.

Más que un episodio militar

La incursión de Villa a Columbus no fue una guerra, pero sí fue una invasión militar exitosa en términos tácticos y simbólicos. Demostró que el poderío militar estadounidense podía ser vulnerado por fuerzas irregulares bien organizadas, y que la figura de Pancho Villa —odiado por unos, venerado por otros— representaba la voluntad indómita de una parte del México revolucionario.

Este episodio también dejó huellas profundas en la relación bilateral. El gobierno estadounidense endureció su política fronteriza, y en México, la figura de Villa se consolidó como leyenda. A más de un siglo, ni Estados Unidos ha olvidado la afrenta, ni México ha olvidado el coraje.

¿Qué enseñanzas quedan?

Cuando hoy, desde una posición privilegiada y sin contexto, se afirma que México sería “eliminado” en cuestión de segundos ante una eventual invasión, se está reduciendo la historia a una caricatura violenta y arrogante. La historia demuestra que, aunque asimétricas, las relaciones entre México y Estados Unidos han sido complejas, llenas de conflictos, pero también de resistencia y dignidad.

México no es enemigo de nadie, pero tampoco es un país que se arrodille ante amenazas.

Y para quienes insisten en subestimar a esta nación: recuerden que una vez México cruzó la frontera armado, atacó, y se retiró sin que jamás capturaran a su comandante.

Porque la historia no se borra. Y menos con arrogancia.

Por PanchoVillaMx

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