Maximiliano de Habsburgo y la Guerra de los Cien Días.

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En 1864, Maximiliano de Habsburgo fue proclamado emperador de México, pero su reinado fue efímero y trágico, conocido como la Guerra de los Cien Días.

Maximiliano de Habsburgo, miembro de la familia real austriaca, fue invitado por conservadores mexicanos y apoyado por el emperador francés Napoleón III para establecer una monarquía en México. Llegó al país con su esposa, la emperatriz Carlota, y asumió el trono en 1864. Sin embargo, su gobierno enfrentó una fuerte resistencia de los republicanos liderados por Benito Juárez.

A medida que la guerra civil se intensificaba, Napoleón III retiró su apoyo militar en 1866, dejando a Maximiliano en una posición vulnerable. A pesar de los intentos de Carlota de obtener ayuda en Europa, Maximiliano decidió quedarse y luchar. La situación empeoró en 1867, cuando las fuerzas republicanas rodearon la ciudad de Querétaro, donde Maximiliano se había refugiado con su ejército.

El sitio de Querétaro duró varias semanas y culminó con la captura de Maximiliano el 15 de mayo de 1867. Fue juzgado y condenado a muerte por traición. A pesar de los intentos diplomáticos de varias naciones europeas para salvarlo, Maximiliano fue fusilado el 19 de junio de 1867 junto con dos de sus generales, Miguel Miramón y Tomás Mejía.

La Guerra de los Cien Días y la muerte de Maximiliano marcaron el fin del Segundo Imperio Mexicano y consolidaron la República bajo el liderazgo de Benito Juárez. Este evento es un recordatorio de las complejidades y tragedias de la historia, y de cómo la intervención extranjera y los conflictos internos pueden tener consecuencias devastadoras.

Por PanchoVillaMx

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