A principios de 1920, el presidente Venustiano Carranza exigió al gobierno de Adolfo de la Huerta someter a los yaquis por medio de las armas. El gobernador de Sonora había privilegiado el diálogo y algunas familias ya se habían sometido al gobierno, sin embargo, Carranza consideró que el gobernador mentía y ordenó a las tropas federales combatir a los yaquis.

Esta fue una de las razones del levantamiento armado de Agua Prieta.


Al triunfar la rebelión, Adolfo de la Huerta reafirmó su pacto de paz con los yaquis. El 11 de agosto El Demócrata publicó que los yaquis se habían rendido:

“[…] Fue el gobierno de Madero quien primeramente quien procuró entenderse con estos indígenas, y parece que temporalmente estuvieron en paz, levantándose nuevamente y remontándose hacía la serranía, cuando el gobierno usurpador de Huerta quiso seguir los mismos medios de exterminio empleados por Díaz no consiguiendo por lo tanto que hubiera paz en esa región.

Cabe la gloria de haber conseguido la completa pacificación de esta belicosa tribu, el señor presidente don Adolfo de la Huerta, quien, ayudado por un grupo de honrados sonorenses se ha preocupado por hacer las paces con dicha tribu, contándose en primer término entre éstos al general Álvaro Obregón, quien siempre han demostrado grandes simpatías y cariño estos indios.”

Desde el porfiriato, los yaquis se sublevaron contra el gobierno en defensa de sus tierras e identidad. Durante la Revolución los yaquis participaron en los diversos ejércitos revolucionarios, especialmente a lado del general Álvaro Obregón. Tras alcanzar la paz en 1920, cuando se sublevaron de nuevo, debido al incumplimiento en el otorgamiento de los títulos de propiedad de sus tierras. En 1937 los yaquis obtuvieron un acuerdo definitivo con el gobierno del general Lázaro Cárdenas, quien les otorgó los títulos de propiedad de su territorio.

📚Fuente: Diario de la Revolución, INEHRM, 2010.

📸Fotografía:
Obregón con los yaquis que lo acompañan en Celaya y León, 1914, Fototeca Nacional-INAH.