Estampa villista 15

Por Jesús Vargas Valdez

José de la Luz Herrera y Florencia Cano formaron una familia de once hijos, cuatro mujeres y siete hombres, Jesús fue el primogénito y el que vivió más años, Luis, el segundo, nació el 21 de junio de 1876 y llegó a ser general, igual que Maclovio quien nació al año siguiente.


A los veintiséis años, el 10 de octubre de 1902, se casó Luis con María Montes. En los primeros años de matrimonio trabajó en las labores del campo, después fue ocupado como jefe de la estación en Mesa de Sandía del Ferrocarril Parral y Durango”, ramal de 100 kilómetros inaugurado en 1900 con el objetivo de trasladar a Parral los productos forestales, agropecuarios y minerales de la región serrana, además de comunicar a los habitantes de los pueblos y rancherías de esa región del sur de Chihuahua y norte de Durango, quienes recibieron en cada estación el primer recorrido del ferrocarril, como si se tratara de una fiesta que coincidió con el inicio del nuevo siglo y es que para muchos que no habían salido nunca de sus caseríos, la llegada del nuevo ferrocarril representó la oportunidad de conocer Parral y otras ciudades, incluso la capital del país.


Según datos biográficos publicados por el capitán Osías Uribe Guajardo en la revista del Ejército, “El Legionario” (Octubre y Noviembre de 1959), Luis y Maclovio Herrera estuvieron con Guillermo Baca en las primeras reuniones del Partido Antirreeleccionista de Parral, participando luego en el levantamiento armado del 21 de noviembre de 1910, donde el ejército revolucionario fue derrotado.


Uribe Guajardo asegura que del 1º de enero al 23 de mayo de 1911, Luis Herrera intervino en ocho combates contra las tropas porfiristas en la región sur del estado de Chihuahua, y agrega que, en mayo de 1911, cuando el jefe triunfante Francisco I. Madero se detuvo en Jiménez, antes de continuar a Torreón y luego a la capital de la república, se reunió con algunos de los jefes revolucionarios del sur del estado, encomendándoles la formación del regimiento irregular “Benito Juárez”, asignando la jefatura del mismo al mayor Maclovio Herrera y jefe segundo al capitán Luis Herrera, quienes con sus tropas pasaron a guarecer la plaza de Hidalgo del Parral.


Aceptando como cierta la información anterior, se puede considerar que a partir de entonces Luis quedó supeditado a Maclovio, su hermano menor y fue así que en los primeros días de marzo de 1912, cuando los jefes revolucionarios del estado de Chihuahua firmaron el Plan de la Empacadora, desconociendo al presidente, ellos se sostuvieron leales a Madero y combatieron a los rebeldes en el sur del estado. En los primeros días de abril se presentaron en Torreón ante el general Victoriano Huerta, quien había recibido la encomienda del presidente para reorganizar las tropas del gobierno derrotadas en la primera batalla de Rellano, cerca de Jiménez.


En el mes de mayo de ese año, después de que los rebeldes fueron derrotados, los hermanos Herrera con sus tropas de “irregulares” recibieron la orden de dirigirse a Tejolócachic, donde permanecieron más de medio año protegiendo la estación del ferrocarril. Al año siguiente, en febrero de 1913 se enteraron de la aprehensión y del posterior asesinato del Presidente Madero. Inmediatamente desconocieron al gobierno traidor encabezado por Huerta, levantándose en armas en Casas Grandes, al mismo tiempo que los demás regimientos de “irregulares” de Chihuahua y Durango, donde se levantaron cientos de jóvenes revolucionarios contra el usurpador, demostrando muy pronto la fragilidad de las tropas federales.

En su historia de la revolución en Chihuahua, F. Almada consignó que a finales de marzo, el usurpador Huerta había intentado negociar con los jefes rebeldes de los dos estados, comisionando a uno de sus funcionarios, de apellido Legazpi, quien ofreció dinero y reconocimientos militares a todos los jefes revolucionaros. A Maclovio Herrera, Rosalío Hernández, Manuel Chao y Tomás Urbina les ofreció reconocer el grado de generales y que los grados que hubieran otorgado a sus jefes y oficiales serían reconocidos, a todas las tropas se les pagarían los haberes que habían dejado de recibir desde el mes de febrero. Estas condiciones fueron rechazadas, las pláticas se rompieron 10 de abril sin ningún efecto.


Días antes, cuando se iniciaban las negociaciones en Chihuahua, Venustiano Carranza había asumido la dirección nacional de la lucha contra el usurpador, erigiéndose en jefe del Ejército Constitucionalista de acuerdo al Plan de Guadalupe, firmado por algunos jefes del estado de Coahuila el 25 de marzo de 1913, que levantaba como bandera el retorno a la legalidad de acuerdo a la Constitución de 1857, razón por la cual el movimiento fue identificado nacionalmente como constitucionalista.


A finales del mes de julio Venustiano Carranza reunió a los jefes revolucionarios del estado de Coahuila con el fin de tomar la plaza de Torreón sufriendo una tremenda derrota que lo obligó a huir con un reducido contingente hacia la capital de Durango que estaba en poder de la revolución desde los últimos días de junio. De allí tomó el tren a Tepehuanes, atravesó la Sierra Madre y arribó a Parral, donde fue recibido con entusiasmo por las tropas del General Maclovio Herrera y Manuel Chao.


En Parral fue atendido Carranza por la familia Herrera. Después de permanecer unos días siguió a Guadalupe y Calvo acompañado por Luis Herrera quien le sirvió de guía. A mediados de septiembre llegó a territorio de Sinaloa, de ahí pasó a Sonora, donde Obregón y Calles firmaron el Plan de Guadalupe, reconociéndole como el Jefe, hasta el 21 de mayo lo hicieron a un lado bajo la bandera del Plan de Agua Prieta.


La campaña de los hermanos Herrera contra el usurpador Victoriano Huerta fue gloriosa. El general Maclovio Herrera, más que su hermano Luis, estuvo muy cerca del general Villa, quien le guardó toda la confianza y su reconocimiento hasta el día 28 de septiembre de 1914, cuando los dos hermanos manifestaron públicamente su lealtad a Carranza y el desconocimiento del General Villa como jefe de la División del Norte haciéndolo blanco de tremendos improperios que él no olvidó.


El General Luis Herrera murió como consecuencia de la derrota sufrida frente a los villistas el 22 de diciembre de 1916 en Torreón, Coahuila. Respecto a la forma en que fue muerto el general Herrera hay varias versiones, en algunas de estas se asegura que fue hecho prisionero y tratado de manera infame antes de ser ahorcado. El historiador Almada no ofrece detalles, solo dejó consignado que fue prisionero de Villa, quien ordenó que se le ahorcara.

Por Jesús Vargas Valdez