Los falsificadores de la historia
Más de un siglo tratando de desprestigiar al General que enfrentó toda su vida al Régimen de Gobierno.
«Un disparo al vacío, entre soldaduras». El titulo corresponde a un cuento de Felipe Muñoz, sucedido el 12 de diciembre de 1916 en Camargo, Chihuahua. En este cuento, Felipe Muñoz, describe el momento en que un grupo de soldaderas carrancistas, prisioneras todas ellas, 60 dicen unos, 90 aseguran otros, sueltan un tiro que por poco le toca a Villa.
Villa y Baudelio Uribe desenfundan sus pistolas y disparan contra las mujeres y sus niños, con la furia de los dos a tope, toman a las mujeres las atan y les prenden fuego, mientras gozan disparando y viendo a las mujeres arder.
En otra versión del mismo suceso, una mujer clama por la vida de su marido, es un pagador que nada tiene que ver con la revolución, Baudelio Uribe, muy tranquilo voltea a ver a Villa, que caminaba a su lado, diciéndole: «ya esta en la olla».
La mujer los insulta entre gritos desesperados: «¡perros, mátenme a mi también!”, uno de ellos (no indican quien) saca la pistola y la mata, dejándola tirada entre la tierra y la suciedad.
Las personas del pueblo le piden a Villa que fusile a las demás soldaderas, para que no se venguen de ellos cuando se retire y regresen los carrancistas, entonces Villa manda fusilar a todas las soldaderas.
En otra versión se dice que una mujer carrancista pretendía envenenar a Villa y en represalia fusiló a todas. Esta historia la escribió Jose Maria Jaurrieta, secretario de Villa de 1916 a 1920, en el libro «Con Villa«. Todas las variantes del cuento escrito por Muñoz tienen inconsistencias poco creibles:
A las y los prisioneros nunca se les permite estar armados. La esposa del pagador le dijo a Villa que su marido no tenia nada que ver con los carrancistas, la señora tampoco, por lo tanto no había ningún motivo para fusilar a las soldaderas.
En todo caso los fusilados tendrían que haber sido todos los hombres y mujeres afines al carrancismo. Durante las noches, cuando los revolucionarios acampaban y sus mujeres preparaban la cena, Villa, caminaba entre las fogatas, tomando un taco aqui y otro allá, para evitar ser envenenado.
La historia de Jaurrieta, tiene que ser real, pero no de la forma en que lo cuenta Felipe Muñoz, quién alguna vez confesó que él escribia cuentos para vivir de ellos.
La verdad es qué, Villa, en muchas ocasiones, sufría ataques de furia, era capaz de matar a una persona por el simple hecho de contradecirlo, como afirma otro de sus exsecretarios, Enrique Perez Rul.
Por Jorge Cabrera Vargas.