En la década de 1830 el gobierno estadunidense estableció la política del Sistema de Reservaciones Indias, que establecía que todos los nativos americanos debían abandonar sus territorios y emigrar –por las buenas o las malas– a reservaciones bajo custodia militar.

La finalidad era poner sus recursos a la disposición de los colonos que pagaran impuestos y le permitieran a ese país consolidarse como un Estado. Los apaches fueron el último grupo en acceder a tal medida.

Cabe destacar que el proceso no estuvo exento de una amplia resistencia, enfrentamientos, sangre y lucha en las montañas y desiertos del suroeste de esa nación.

En México, en el complejo clima político y social de los años que precedieron a la consumación de la independencia en 1821, los apaches fueron identificados como una amenaza regional que limitaba severamente los esfuerzos del gobierno para alcanzar sus intereses.

Años después, la pérdida de Texas, Nuevo México y la Alta California por el Tratado de Guadalupe Hidalgo firmado en 1848, no mejoró la situación de este grupo indígena. Por el contrario, el artículo XI de ese acuerdo establece que Estados Unidos se compromete a contener y castigar a las “tribus salvajes” que incursionen en suelo mexicano tras la firma del documento; se referían a los comanches y apaches. Dado que los primeros se encontraban en proceso de ser “controlados” en el norte de Texas, prácticamente los segundos eran el objeto de tal disposición binacional.

Se asume que para 1903 ya no existían “apaches libres”; Estados Unidos consideró que todos se encontraban en reservaciones. Al margen de lo anterior, en México se asume como el momento en que este grupo étnico fue considerado exterminado.

Por PanchoVillaMx