La violencia y el saqueo; caracteristica de Venustiano Carranza

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24 de abril de 1915. Destino trágico de revolucionarios zapatistas o villistas: ser fusilado, colgado y devorado por los perros

Los carrancistas acostumbraron a fusilaren caliente” a los prisioneros zapatistas. Además, como una estrategia de terror permanente, colgaban los cadáveres de árboles, los dejaban expuestos y prohibían descolgarlos y sepultarlos en panteones.

Esta conducta, heredada del porfiriato, provocó escenas dantescas a lo largo de poblaciones, ciudades y vías del ferrocarril. Con frecuencia, esta violencia se concentró en los combatientes zapatistas y villistas. “The Mexican Herald”, en su versión en español, compartió una de estas escenas:


“Fusilados por zapatistas”


“A un kilómetro al sur de San Cristóbal, estación situada sobre la vía del Mexicano, a veintidós kilómetros de la capital, hace más de un mes, los cadáveres de tres individuos, que fueron fusilados por los constitucionalistas, por juzgárseles espías zapatistas. El día siete del mes pasado —dice la persona citada—, las fuerzas constitucionalistas que se encontraban entre Guadalupe Hidalgo y San Cristóbal, aprehendieron a tres individuos, que considerados espías zapatistas, fueron inmediatamente pasados por las armas.


«Los tres cadáveres quedaron tendidos sobre la vía del Mexicano y desde aquella fecha hasta ahora, nada se ha hecho para recogerlos y darles sepultura. Pasados los primeros días, con el sol y las lluvias, los cuerpos empezaron a descomponerse.

Después, los perros completaron la obra devorando los cadáveres, a los que les faltan ya muchos miembros. Uno de los cadáveres permanece todavía sobre la vía, el otro está un poco más abajo y el tercero ha sido arrastrado por los perros hasta una zanja cercana a la línea del ferrocarril.


“A la fecha es imposible que los citados individuos puedan ser identificados. Sin embargo, hay señales de que uno de ellos era alto y era fornido; vestía de mecánico, y bajo el pantalón de mezclilla, llevaba otro de casimir: los otros dos tenían aspecto de albaňiles. De las facciones ya no se distinguen ni el más leve rasgo.


«Paralela a la vía va una carretera y ahora, como no corren trenes, son numerosas las personas que a pie o en carros van desde México hasta San Cristóbal y puntos inmediatos. Todos los viandantes han podido presenciar el espectáculo tristísimo: el mismo hedor que despiden los cadáveres ha hecho que los que por allí pasan se enteren de su presencia, y es más, muchas son las personas que han visto el repugnante hecho de que los perros vagabundos hundan el hocico en Ia carne putrefacta y la devoren.


«A nombre de muchas personas vengo a poner el hecho en conocimiento de la prensa, para ver si por este medio las autoridades de México se enteran del suceso, y disponen lo necesario para que los muertos sean recogidos y enterrados».

Durante la Revolución mexicana debido a la premura de las retiradas o a cualquier otra razón, los combatientes muertos en el campo de batalla fueron dejados insepultos, para ser devorados por jaurías, piaras o coyotes.

En otras ocasiones, los fallecidos eran enterrados en fosas comunes poco profundas o los cuerpos eran apilados para ser incinerados. En reiteradas ocasiones las tumbas fueron escarbadas por animales hambrientos. Estas escenas se hicieron tan comunes para los familiars de revolucionarios desaparecidos que al ser cuestionados por el paradero del ausente aseguraban con tristeza y resignación: “se lo comieron los perros”.

“Fusilados villistas, después de la batalla de Agua Prieta”, enero 1916, tomada de la red.

Por PanchoVillaMx

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