La verdadera historia de la silla de montar de Pancho Villa

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Durante décadas ha circulado una leyenda tan macabra como fascinante: que la silla de montar de Francisco Villa estaba forrada con piel humana, supuestamente de algún enemigo, e incluso del propio Claro Reza. Sin embargo, la realidad es muy distinta… y mucho más reveladora.

Lejos de cualquier mito sangriento, aquella famosa montura fue un regalo hecho nada menos que por la comunidad china en México en el año 1914, como muestra de agradecimiento hacia Villa por haberlos protegido en tiempos de persecución y racismo.

Ese gesto no surgió de la nada. El 7 de enero de 1914, el gobierno de Chihuahua —entonces bajo control villista— publicó un comunicado oficial en el periódico del estado, firmado por Manuel Chao, sucesor de Villa al frente del gobierno. En él, se advertía que cualquier agresión, amenaza o abuso en contra de ciudadanos chinos sería castigado, incluso si provenía de miembros del propio ejército revolucionario.

En un momento en el que el racismo antichino era política común en muchos estados del norte de México —donde se promovían leyes que impedían, por ejemplo, los matrimonios entre mexicanas y hombres chinos—, la postura de Villa fue un acto inusual de dignidad y justicia.

Como agradecimiento, la comunidad china obsequió a Villa una silla de montar especialmente elaborada, con acabados finos y un diseño que lo representaba como líder.

Así que no, la silla de Pancho Villa no estaba hecha de piel humana. No fue trofeo de guerra ni símbolo de crueldad. Fue, en cambio, un homenaje de una comunidad marginada a un hombre que les ofreció protección en uno de los momentos más difíciles de su historia en México.

Por PanchoVillaMx

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