La Tierra y Libertad de Diego Rivera
Entre 1929 y 1935, Diego Rivera pinto el mural «Epopeya del pueblo mexicano», donde hace un recuento de la historia de México y sus actores.
El mural se encuentra en la escalera principal de Palacio Nacional. En dos de los arcos se observan a diversos personajes históricos de la Revolución mexicana, del lado izquierdo están los porfiristas y los maderistas divididos por un letrero que dice: «Tierra, Libertad y Pan».
El letrero señala los ideales de la Revolución, además hace recordar un discurso ofrecido por Francisco Madero en Orizaba, Veracruz, el 22 de mayo de 1910, durante la campaña presidencial.
«…vosotros deseáis que haya libertad de emitir vuestro pensamiento, a fin de que todos los que aman al pueblo, todos los que se compadecen de vuestro sufrimiento, puedan ilustraros, puedan enseñaros cuál es el camino que os llevará a vuestra felicidad… vosotros no queréis pan, queréis únicamente libertad, porque la libertad os servirá para conquistar el pan».
En el arco del lado derecho, Diego Rivera pinto a otro grupo de revolucionarios, entre ellos a Emiliano Zapata y algunos de sus hombres atrás de un gran letrero rojo, claramente en referencia al socialismo, con el lema: «Tierra y Libertad».
El lema tierra y libertad pertenecía al Partido Liberal Mexicano, fue llevado a las filas zapatistas por Antonio Díaz Soto y Gama, a finales de noviembre de 1913; era utilizado por Ricardo Flores Magón para terminar sus discursos.
Emiliano Zapata nunca utilizo este lema, los documentos expedidos por el cuartel zapatista tenían al calce el lema: «Reforma Libertad Justicia y Ley».
Diego Rivera, a través de su pincel, fue quién asoció el lema «Tierra y Libertad» en sus dibujos y murales con los ideales zapatistas.
Algo semejante ocurrió con el mural: «Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central», pintado en 1947, donde retoma la figura de la Catrina junto a José Guadalupe Posada, a quien rescata del olvido. Sin embargo, la Catrina es un grabado realizado por Manuel Manilla y difundido por José Guadalupe Posada.
Por Jorge Cabrera Vargas