A lo largo de la historia de México, los pueblos yaquis (Vícam, Pótam, Bácum, Tórim, Ráhum, Huíviris, Belem y Cócorti), han luchado por la defensa de sus tierras, lengua, derechos y costumbres. En un primer momento, lo hicieron contra los conquistadores españoles, misioneros y el gobierno virreinal, después contra el Estado mexicano. Durante el siglo XIX fueron violentados y reprimidos en repetidas ocasiones por las autoridades estatales y federales.

En 1866, la constitución política de Sonora desconoció la personalidad jurídica de los yaquis, es decir, no reconoció sus derechos como ciudadanos sonorenses. En 1883 les fueron despojadas sus tierras por ser consideradas “terrenos baldíos”, por la ley de deslinde de tierras que promulgó el presidente Manuel González. Estos actos desembocaron en una lucha armada entre indígenas y el gobierno, llegando a un acuerdo hasta el 15 de mayo de 1897, conocido como “la paz de Ortiz”.

Sin embargo, las hostilidades se reanudaron el 31 de julio de 1899 ante los abusos del gobierno estatal, de hacendados y otros grupos de poder. A este episodio se le conoce como la “Guerra del Yaqui”. Los indígenas no sólo fueron reprimidos por las autoridades estatales, sino que además el gobierno de Porfirio Díaz envió al ejército federal.

Los yaquis que fueron capturados por el ejército fueron enviados a otros estados para que trabajaran como esclavos, tal es el caso de las haciendas de henequén en Yucatán. La rebelión de los yaquis continuó durante las primeras décadas del siglo XX. Participaron en los ejércitos revolucionarios al mando de Álvaro Obregón. Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas se reconoció su derecho a la propiedad comunal y les otorgó tierras en las márgenes del río Yaqui.

Via INERHM