La noche trágica: la muerte de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.


A las 10:00 de la noche del 22 de febrero de 1913, cuando se disponían a dormir, Madero y Pino Suárez fueron interrumpidos por el coronel Joaquín Chicarro, quien les informó que serían trasladados a la penitenciaria.


Sabiendo que el final estaba cerca, Madero se despidió de Felipe Ángeles con un “adiós mi general, nunca volveré a verlo”. Cerca de las 11:00 de la noche, Madero fue subido a un automóvil Protos y Pino Suárez en un Peerless o un Packard (persiste la duda).


Fueron trasladados al Palacio de Lecumberri, a su llegada se le indicó al grupo que debía entrar por la puerta trasera. Madero le dijo al mayor Francisco Cárdenas que no había ninguna puerta trasera. Los automóviles se detuvieron, Cárdenas obligó a bajar a Madero y en cuanto éste puso un pie en tierra Cárdenas le disparó en la cabeza. Madero murió instantáneamente.


Pino Suárez también fue obligado a bajar de su auto, al bajar el teniente Rafael Pimienta le disparó, pero al ver el fin de Madero, Pino Suárez trató de huir ya herido por el primer balazo y gritando “¡Socorro, me asesinan!”.


El teniente Pimienta y los soldados que lo acompañaban le dispararon inmediatamente y en grupo. En total Madero recibió 2 disparos en la cabeza, Pino Suárez recibió 13, también en la cabeza.

Presidente y Vicepresidente Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.


La muerte del presidente y su vicepresidente nunca fue manejada como un “asesinato” por los periódicos nacionales. La versión oficial del suceso fue: “Al llegar al tramo final del camino a la penitenciaría, fueron atacados por un grupo armado, en medio del ataque los prisioneros trataron de huir por lo cual resultaron muertos”. Debieron pasar varios años para que se difundiera la versión real, pues también se disparó contra los automóviles para confirmar la versión oficial de los hechos.


Madero y Pino Suárez fueron inmediatamente enterrados en la parte trasera de la Penitenciaría de Lecumberri, lo cual enfureció a Huerta, quien ordenó exhumarlos y trasladarlos al anfiteatro para poder respetar la versión oficial.


Tiempo después del asesinato se realizó la autopsia del cadáver de Madero. Según ésta, “la bala interesó todos los órganos correspondientes de la región, fracturó la escama del hueso occipital y base del cráneo”. La segunda bala “recorrió una trayectoria paralela”. La autopsia también concluyó que Madero “no habría podido llegar a la vejez, debido a su hipertensión”.

Fuente y fotografía: Milenio