Desde luego que la influencia francesa que el régimen de Porfirio Díaz difundió no solo se vio reflejado en cuestiones materiales como la arquitectura y ornamentación urbana, también en aspectos socioculturales; entre ellos, la gastronomía, la introducción de nuevas actividades, deportes, y, la moda. Esta última mayormente vista en las clases medias y altas.

La estética fue un elemento que supo combinarse con los discursos de esta época porque figuró a través de la indumentaria impuesta para las cenas, los bailes de gran gala, los paseos, visitas a las amistades, para asistir al club de polo, a la ópera, al teatro, en la casa, etc., donde las mujeres de “buena familia, decorosas y de buenas costumbres”, pertenecientes a la élite, fueron las encargadas de adoptar este molde ornamental que se convirtió en un filtro riguroso de elegancia y aspecto.

El vestido consolidó un canon que hizo creer a la mujer de clase alta que representaba de forma digna lo moralmente correcto, en el molde impuesto con parámetros que se asocian a valores estético-sociales, con la idea de orden y progreso y, la apariencia de modernidad hacia el exterior.

En las siguientes ilustraciones tomadas de la revista “El Mundo Ilustrado”, se aprecian los vestidos, conjuntos y prendas que estuvieron en boga a inicios del siglo XX, si bien esta indumentaria estuvo publicada en las secciones “De las damas” y “Para el Hogar” que fueron dirigidas a las mujeres, podemos encontrar al mismo tiempo, trajes para las infancias junto a breves descripciones de estos.

Referencias

Vázquez Franco, Cynthia Alejandra, Análisis del vestido de la mujer de clase alta del Porfiriato, a través de la imagen de Carmen Romero Rubio de Díaz (1890-1910), Tesis de Maestría, El Colegio de Sonora, Hermosillo, 2019.

“De las damas”, El Mundo Ilustrado, 28 de junio de 1903, Tomo 1, Núm. 26.

“Para el Hogar”, El Mundo Ilustrado, 1º de noviembre de 1903, Tomo 2, Núm. 12.

“Para el Hogar”, El Mundo Ilustrado, 8 de noviembre de 1903, Tomo 2, Núm. 19.

“Para el Hogar”, El Mundo Ilustrado, 15 de noviembre de 1903, Tomo 2, Núm. 20.

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