Hicieron historia corriendo 160 km con huaraches de llanta: la hazaña de dos rarámuris en Colorado

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Leadville, Colorado, 1993. — Sin patrocinadores, sin equipo especializado ni entrenamiento profesional, dos hombres rarámuris llegaron desde las barrancas del norte de México hasta las montañas de Colorado para demostrarle al mundo el verdadero espíritu del corredor.
Victoriano Churro y Cerrildo “Chacarito”, ambos miembros del pueblo rarámuri (también conocidos como tarahumaras), participaron ese año en uno de los ultramaratones más exigentes del planeta: el Leadville Trail 100, una carrera de 160 kilómetros a más de 3,000 metros de altitud.
Lo hicieron sin cronómetros, sin tenis de alto rendimiento, sin barras energéticas. Calzaban huaraches artesanales hechos con llantas viejas. Su única fuente de energía: pinole, agua, y una conexión ancestral con la tierra que los vio nacer.
Contra todo pronóstico, Victoriano cruzó la meta en primer lugar, con un tiempo de 20 horas y 2 minutos. Detrás de él, llegó su compañero Chacarito, logrando un histórico 1–2 para los Tarahumaras que dejó perplejos a corredores y organizadores por igual.
Los participantes estadounidenses, muchos con entrenamiento de élite y el mejor equipo deportivo disponible, no podían comprender cómo habían sido superados por dos hombres que ni siquiera hablaban inglés y que venían de una cultura donde correr es parte de la vida cotidiana, no un deporte competitivo.
Victoriano, de hecho, ya tenía más de 50 años en ese entonces. No era un atleta profesional: era agricultor. Su entrenamiento consistía en correr durante horas en los cañones del estado de Chihuahua, guiado por el sol, el viento y la memoria de sus ancestros.
Desde aquel día, el mundo volvió la mirada hacia el pueblo rarámuri, conocido por su resistencia legendaria. Lo que antes eran relatos orales y asombro local, se convirtió en reconocimiento internacional. Los Tarahumaras ya no eran solo parte del folclor mexicano: ahora eran campeones del mundo.
La historia de Victoriano y Chacarito es más que una anécdota deportiva: es un testimonio de dignidad, resistencia cultural y sabiduría ancestral que sigue inspirando a generaciones dentro y fuera de México.

Por PanchoVillaMx