Antes los panaderos eran un espectáculo andante: repartían o vendían en bicicleta y llevaban encima canastas repletas de bolillos y bizcochos. Estos tradicionales personajes prácticamente ya desaparecieron de la capital, pero el oficio sigue vivo

  1. Los panaderos ambulantes empezaban en el oficio a pie. Foto: Archivo/Carlos Denegri.

El panadero compartía las vialidades capitalinas con otros pregoneros: “Carbón señor”, “¡Mantequilla, mantequilla de a real y medio!”, “¡Cabezas de horno calientes!”, “Cecina, buena cecina”, “¿Hay seboo?, “¡Mercarán chichicuilotitos vivos!”, “Petates de Puebla, petates de cinco varas”, “¡Cristal y loza fina que cambiar!”, “¿Hay zapatos que remendar?”, “¡Castaña asada caliente!, “¡Patos, mi alma, patos calientes!”, “¡Tamalees, tamalees!”.

Con el tiempo, el comercio se montó a la bici. El lechero cambió el caballo por las ruedas, pero fue el panadero quien se convirtió en un espectáculo: “es un prodigio de humano equilibrio”, escribió en EL UNIVERSAL Carlos González Peña en 1939, quien no sabía qué admirarle más: escapar a los atropellamientos o conservar íntegros los “transitorios habitantes que colman la cesta.”
Hay dos tipos de panaderos ambulantes: unos reparten a negocios, otros van vendiendo en el camino. Foto: Archivo/ EL UNIVERSAL

El 19 de julio de 1936 la gran avenida del Bosque de Chapultepec fue la pista de la primera carrera de repartidores, convocada por la Liga Interzonas Ciclista del Distrito Federal.

Los lecheros pedalearon con 12 de sus botellas, los abarroteros con 12 kilos de mercancía; los carniceros tuvieron liga infantil y adulta. Los panaderos fueron los más admirados en la competencia, llevaban en sus canastas 150 manos de pan blanco (750 piezas).

En 1951, en la cinta ¡Ay amor… cómo me has puesto!, Tin Tan dio voz al himno del oficio que pedaleaba el Distrito Federal: “el panadero con el pan, tempranito va y lo saca calientito en su canasta pa’ salir con su clientela por las calles principales y también La Ciudadela y después a Los Portales y el que no sale se queda sin el pan para comer…”