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Por a Jorge Cabrera Vargas


La primera vez que fui a Nuevo León, en el año de 1992, no pude dejar de sorprenderme cuando, en uno de las localidades, donde instalamos una caseta de telefonía rural, descubri un altar con la figura de Francisco Villa, era un pequeño busto rodeado de veladoras, a un lado se encontraban unos cigarros y una botella de tequila a manera de ofrenda.


En algunos estados norteños el culto a Francisco Villa se ha incrementado, principalmente en Nuevo León, donde la imagen de Villa es venerada a la par del niño Fidencio. El espíritu de Villa es invocado a través de médiums, vestidos igual al general revolucionario realizan curaciones milagrosas en su nombre.


Sus creyentes aseguran que no hay nada que Villa no pueda cumplir, desde conseguir el trabajo tan anhelado hasta problemas de amor y sin faltar la curación milagrosa de algún desahuciado.


Existen tres fechas importantes en el culto a Villa, el 5 de junio, día de su nacimiento; el 20 de julio, día de su muerte y, no puede faltar, el 20 de noviembre día del inicio de la Revolución mexicana. En estas fechas los centros de culto hacen fiestas, los devotos llevan flores, los médiums se reúnen y se tocan corridos en su honor (El mundo.es).

En un poblado de San Luis Potosí, la antropóloga, Ruth Behard, describe una ceremonia donde una medium asumía la personalidad de pancho Villa y, frente a un numeroso público, bendecía la comida que ingerían y les prometía: «no morirán de hambre porque no es mi deseo». Al final los participantes gritaban «!Viva Villa!«
(Katz, 394).

Cada persona es libre de creer en lo que quiera, aquel que no esté de acuerdo únicamente le queda respetar la fé de los demás.

Por PanchoVillaMx

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