El contingente más importante de la rebelión maderista

Por Pedro Salmeron

Al caer la noche del 19 de noviembre de 1910, un tropel de jinetes salió del barrio La Otra Banda, del pueblo de San Isidro, Chihuahua, camino de la cercana Ciudad Guerrero, cabecera del distrito.

Iban entre ellos Albino Frías y Pascual Orozco Merino, rancheros acomodados de mediana edad y dirigentes de la congregación presbiteriana local, a quienes Abraham González había designado jefes de la revolución en la comarca.

Los acompañaban sus hijos, Albino y Pascual; además de Marcelo Caraveo, Luis y Juan Dozal, Reydecel Hermosillo, Patricio Rodríguez y otros.


En las Lomas de Guerrero, situadas entre San Isidro y Ciudad Guerrero, se les unieron los conspiradores maderistas de los pueblos cercanos, como Pachera, Pedernales y Ranchos de Santiago.


Desde los primeros combates Albino Frías fue sustituido en el mando por su yerno, Pascual Orozco Vázquez (hijo de Orozco Merino y nacido en San Isidro en 1882), mucho más joven y enérgico, que en ese corto tiempo se había revelado como un jefe capaz y decidido.

En pocas semanas, Orozco Vázquez habría de convertirse en el caudillo de los rebeldes de los distritos Guerrrero, Galeana, Andrés del Río, Arteaga y Rayón, es decir, la accidentadísima porción chihuahuense de la Sierra Madre Occidental, algunos ricos valles agrícolas del pie de monte y la próspera región ganadera del extremo noroccidental del estado.


Entre los jefes rebeldes pueblerinos que reconocieron como jefe a Orozco Vázquez en noviembre y diciembre de 1910, los principales fueron José de la Luz Blanco, de Santo Tomás; Heliódoro Olea y Luis A. García, de Bachíniva;

José Racón Tena y José María Espinosa, de Namiquipa; José de la Luz Nevárez y Andrés U. Vargas, de Cruces; Rufino Loya, de Cuiteco; Nicolás Brown, de Moris; Antonio Rojas y Alejandro Gandarilla, del mineral de Dolores;

Epifanio Durán, de Nonoava; Apolonio Rodríguez, de Batopilas; Manuel Loya, de Chínipas; Francisco D. Salido, de Guazapares; Ignacio Valenzuela, de Témoris; Pedro Bustamante, de San Juanito;

Fortunato Casavantes, de Matáchic; Baudelio y José María Caraveo, de Urúachic; Porfirio Talamantes, de Janos; y los magonistas José Inés Salazar, Lázaro Alanís, Cenobio Orozco, José C. Parra y Rodrigo M. Quevedo, del distrito Galeana.

En conjunto los serranos chihuahuenses se convertirían en el contingente más importante de la rebelión maderista en todo el país, y en muy buena medida a ellos (unidos a los de las llanuras del centro y sur del estado, que tenían como jefe a Pancho Villa, quien también reconoció el mando de Orozco) se les deba la rápida derrota militar del porfiriato.


En la foto, en mayo de 1911, en Ciudad Juárez, aparecen Roque González Garza, Raúl Madero, Pancho y Pascual, escuchando un discurso de Francisco I. Madero).