Descubren ofrenda en el Gran Basamento de Tlatelolco de más de siete siglos de antigüedad
Dentro de una caja de piedra, que debió ser colocada entre 1375 y 1418 d.C., se hallaron 59 navajillas, siete cuchillos de obsidiana y bloques de copal tras las excavaciones del Proyecto Tlatelolco, informa el Instituto Nacional de Antropología e Historia en un comunicado.
Hace 80 años que se realizan exploraciones en la Zona Arqueológica de Tlatelolco y actualmente investigadores del INAH trabajan en su centro ceremonial, donde hicieron el hallazgo de la ofrenda, que fue colocada para consagrar una ampliación arquitectónica del Gran Basamento hace más de siete siglos.
Esa edificación, resultó afectada por el colapso de su cubierta, tras la tormenta con granizo del 27 de abril de 2022, apunta el INAH en el texto. La exploración arqueológica del Gran Basamento, una estructura fundamental en la vida ritual tlatelolca, continúa tras la reparación del techo en el sitio, informa el director de dicha iniciativa, Salvador Guilliem Arroyo. sueltita
“El proyecto fue creado en 1987, a instancia del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma y, entre otros aspectos, ha cotejado las similitudes y diferencias de Tlatelolco con su ciudad gemela, Tenochtitlan, mediante sus vestigios”, se informa.
“En este sentido, el Gran Basamento, que comenzamos a excavar en 1991, sería el espacio análogo a la Casa de las Águilas tenochca. De ahí que debió ser el lugar de culto de la élite militar de Tlatelolco. La propuesta es que estuvo dedicado a Tezcatlipoca negro, ‘el señor de espejo de obsidiana que humea’”, explica Guilliem Arroyo.
De acuerdo con el INAH, el espacio es amplio y los contextos diversos, por lo que se tienen abiertos varios frentes de excavación en la zona. En uno de ellos, localizado frente al altar central, los arqueólogos Francisco Javier Laue Padilla y Paola Silva Álvarez hallaron la ofrenda.
“Al seguir la dirección de una grieta, a pocos centímetros de la superficie, detectaron piedras grandes de basalto, tezontle y roca piroclástica, bien acomodadas, bajo las cuales hallaron otros dos niveles de losas de andesita. Las primeras, de 75 por 25 centímetros, presentan recubrimiento de estuco y pintura mural negra; y las segundas, también de cantera rosa, miden alrededor de 50 por 50 centímetros”, detalla el comunicado.
Según sus investigaciones, se trata de material de construcción de la Etapa I del Gran Basamento, y fue colocada entre 1375 y 1418, para consagrar la segunda etapa de la edificación, bajo el mandato de Cuacuahpitzáhuac.
A 2.80 metros de profundidad, al interior de la caja de ofrenda se hallaron 59 navajillas, que oscilan entre 10 y 15 centímetros de largo, y siete cuchillos, de longitud similar, hechos de obsidiana; así como tres bloques de copal. “Estos elementos son evidencia del ritual que debió tener lugar, una escena envuelta en el aroma de la resina”, afirma el documento.
Es probable, refiere Laue Padilla, “que los objetos punzocortantes procedan del mismo núcleo lítico y fueran tallados en un solo momento e, incluso, debieron ser utilizados para actos de autosacrificio por parte de los sacerdotes tlatelolcas y dirigentes de este espacio, previo a ser colocados en la cista”.
Los expertos consideran que podría haber más materiales en la caja de ofrenda. “Cada elemento, aislado o visto en conjunto, posee una gran carga simbólica, la cual será analizada más tarde, pues no se descarta el vínculo de la ofrenda con ciertas divinidades, como Tezcatlipoca, una de las más complejas del panteón mesoamericano”-
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El reporte concluye informando de otros hallazgos, como el de la estudiante de arqueología Jessica González Raya, quien descubrió un comal de 30 centímetros de diámetro que fue usado como tapa para cubrir un par de colmillos de cánido y una punta de proyectil y el del pasante en arqueología Miguel Ángel Marín Hernández y el estudiante de esa misma carrera Germán Olivares Terrez quienes excavan entierros de una fosa común, recientemente descubiertos.
“Tras su localización en 2007, el Proyecto Tlatelolco ha recuperado de este espacio aproximadamente 470 entierros humanos que, en su mayoría, debieron sucumbir a la epidemia de cólera de 1833, incluidas mujeres en estado de gestación”.