“Cumples tu palabra o no vuelvas a decir que soy tu madre”

CUMPLES TU PALABRA O NO VUELVAS A DECIR QUE SOY TÚ MADRE.


Ignacio Herrerías, corresponsal de guerra durante el levantamiento armado de 1911, encontró a Pascual Orozco en la hacienda Bustillos, donde se encontraban concentradas las tropas maderistas después de la derrota sufrida por Francisco Madero en la batalla de Casas Grandes, Chihuahua, el 14 de febrero.


Pascual Orozco, escribe Ignacio Herrerías, era un individuo alto, bien proporcionado, de color blanco y escaso bigote rubio, boca grande, pero de labios delgados.


Vestía saco oscuro, pantalón poco claro, con las rodillas muy marcadas, indicando sus frecuentes correrías a caballo, sombrero de fieltro negro, sin listón tricolor. Empuñaba un primoroso rifle marca Savage [era] el alma de la revolución.

Herrerías comenta con Orozco acerca de su madre “debe estar sufriendo mucho por ustedes —le dice, debe estar asustada.” Y el jefe guerrillero
contestó:
—Ella —respondió admirado—
¿y cómo? Ella fue quien me alentó a entrar en esto. Pues nos habíamos puesto de acuerdo más de treinta en Ciudad Guerrero para levantarnos en armas, y ya a última hora muchos de ellos comenzaron a irse para atrás. Mi mamá lo supo, me llamó y me dijo “cuidado como tú haces lo mismo que esos sinvergüenzas. Tú cumples tu palabra o no vuelves a decir que soy tu madre”.

Ignacio Herrerías, “En el campo revolucionario”. El Tiempo (marzo 1, 1912).

En la imagen: María Amada Vázquez, madre de Pascual Orozco.

Por Jorge Cabrera Vargas