Cuando Luis Echeverría trasladó restos de Pancho Villa (sin cabeza) a Monumento a la Revolución

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El 17 de noviembre de 1976, el entonces presidente de la República ordenó exhumar los restos de Francisco Villa para llevarlos del panteón de Hidalgo del Parral, Chihuahua, al Monumento a la Revolución.

El 18 de noviembre iniciaron las labores de exhumación. Durante la exhumación se encontraban presentes las tres viudas de Pancho Villa. El trabajo fue complicado debido a que por arriba del féretro se encontraba una gran placa de concreto que ayudaba a proteger los huesos del Centauro del Norte. Y claro dicha protección tenía una razón.

En el mes de febrero del año de 1926, un conjunto de militares cuyo comando era el Coronel Francisco Durazo reabrieron el féretro del General Francisco Villa con la intención de hurtar su cabeza y cobrar una recompensa de alrededor de 50 mil dls que el gobierno de los EE.UU. ofrecía por la cabeza.

Sin embargo existe una versión alterna la cual menciona que Álvaro Obregón ordenó cortar la cabeza de Villa en represalia por el brazo que perdiera durante las batallas de Celaya. Sin importar la historia, lo verdaderamente cierto es que al final hasta la fecha no hay persona que tenga conocimiento de que sucedió con la cabeza del General.

Aún sin cráneo, los restos de Doroteo Arango viajaron en una urna hacia su última parada en el Monumento a la Revolución. El recorrido fue una ceremonia en sí misma. En cada ciudad por la que pasaban la gente aglutinaba las calles gritando “¡Viva Villa!” y al centro de la multitud, una camioneta que transportaba al general decapitado encabezaba un regimiento de caballería y un contingente militar donde todos los miembros iban disfrazados de dorados.

El 20 de noviembre de 1976, a los pies del Monumento a la Revolución, el presidente Luis Echeverría encabezaba el último acto oficial de su gobierno. El entonces Secretario de Educación, Víctor Bravo Ahuja, pronunció un discurso para recibir al Centauro en el panteón revolucionario. Depositaron los restos en la misma columna donde descansan los de Francisco I. Madero desde 1960.

Por supuesto, las historias alrededor de Villa no dejaron de aparecer, de hecho se multiplicaron. Después de la exhumación hubo quienes dijeron que los restos que hoy descansan en el Monumento a la Revolución no son de Doroteo Arango, sino de una mujer desconocida que Doña Austreberta Rentaría, viuda de Villa, mandó enterrar en la fosa marcada con el número 632 para que nadie volviera a profanar los restos del general.

Según este relato, el verdadero cuerpo está sepultado a 120 metros de la tumba original en un espacio marcado con el número 10 que Austreberta Rentaría compró a perpetuidad por la cantidad de 12 pesos. De hecho, hay un acta que registra la compra, pero aunque los mismos historiadores locales dan crédito de esta historia, todo parece indicar que los funcionarios responsables de la exhumación decidieron ignorar ese detalle.

Por PanchoVillaMx.