Carta de Toribio Ortega a Venustiano Carranza
Por Pedro Salmeron.
14 de noviembre de 1910, Cuchillo Parado
El 10 de junio de 1914, el general Toribio Ortega (a quien se le reconoce por haberse levantado en armas el 14 de noviembre de 1910), le escribió a Venustiano Carranza, tratando de impedir la ruptura del Primer jefe con Pancho Villa:
«Seis días antes de que el mártir Serdán desafiara al Dictador; el 14 de noviembre de 1910, al frente de un puñado de hombres, sin más elementos que su inmensa fe en la justicia, me lancé al campo de batalla retando a duelo a muerte a la tiranía […] Cuatro años han transcurrido sin alegar méritos de que carezco, sólo puedo sentir una satisfacción y un orgullo que me bastan: el haber sido leal […] siempre mi espada ha estado de parte de la justicia y siempre mis esfuerzos se han dirigido por la libertad.
Por tanto, mi General, un rudo e inculto luchador, sin ostentar más blasón que su inquebrantable lealtad, viene a hablarle con el corazón en la mano […] El insigne y patriota general Villa, como todos lo grandes hombres que merced a su esfuerzo personal han logrado levarse, siempre ha sido el blanco de la calumnia y la difamación […] Gente hay que no le perdona, con antipatriotismo imperdonable, sus esfuerzos titánicos en pro del pueblo de quien forma parte y sus glorias militares, producto de un genio que sólo la naturaleza lo da.
«Al movilizarme yo de Ojinaga con mi fuerzas a incorporarme al general Villa, obedeciendo sus órdenes, llevaba hasta cierto punto las prevenciones que muchos infundadamente abrigan, sugestionado por la maledicencia que siempre ha perseguido a ese paladín que sólo bienes ha hecho a la patria.»
Y así seguía, resumiendo la trayectoria revolucionaria de Pancho Villa y mostrándolo como un patriota exento de ambición en el que se cebaba la calumnia.
Escribía a Carranza, decía, para mostrarle la verdad oculta por esas maquinaciones, pues confiaba plenamente en su “buen criterio y reposado juicio”, que sabría evitar que duchas calumnias cobraran el fruto apetecido.
Tres días después la carta, que Ortega quiso secreta y privada, se filtró y Villa conoció su contenido. Para entonces ya había empezado el conflicto entre Villa y Carranza, y el Centauro le agradeció a Ortega sus palabras de esta manera:
-Muy bien, amigo: veo que en sus ideas disfruto de mucho favor. Reciba usted mi agradecimiento. Pero yo nomás le anuncio: si en verdad el señor Carranza dice de mi lo que dicen que dice, con esas palabras que usted le ha escrito las cosas se pondrán peores, pues nunca me perdonará él ser tan hombre como usted me pinta.