Benito Juárez entra a la Ciudad de México, marcando el triunfo de la República sobre el Imperio de Maximiliano

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15 de julio de 1867, Benito Juárez entró a la Ciudad de México, marcando el triunfo definitivo de la República sobre el Imperio de Maximiliano.
Tras cuatro años de peregrinaje con la República a cuestas, Juárez regresó a la capital. Aunque los capitalinos lo aclamaron con el mismo entusiasmo con el que antes recibieron a Maximiliano o a Santa Anna, esta vez se percibía en el ambiente una convicción distinta: el país había iniciado una nueva etapa histórica, su “segunda Independencia”.
La larga disputa ideológica y militar entre dos proyectos de nación —el de Valentín Gómez Farías y José María Luis Mora, por un lado, y el de Lucas Alamán y los conservadores, por otro— llegaba a su fin. Derrotado su último intento de poder, con la caída del Imperio y el fusilamiento de Maximiliano, el Partido Conservador (centralista, militarista, clerical, proeuropeo e intolerante) desapareció del escenario político nacional, al menos de forma abierta.

El Partido Liberal quedaba solo al mando, con la responsabilidad de consolidar la nación bajo los principios de la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma. Había triunfado la herencia liberal. Si bien la dureza mostrada por los liberales en 1861 anticipaba represalias severas contra los colaboradores del Imperio —en varias ciudades del país, antiguos prefectos fueron ejecutados—, el momento histórico apuntaba hacia otro rumbo.
Juárez lo dejó claro en un manifiesto al llegar a la capital:
“No ha querido ni ha debido antes el gobierno, y menos debiera en la hora del triunfo completo de la República, dejarse inspirar por ningún sentimiento de pasión contra los que lo han combatido… Encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y consolidar los beneficios de la paz.”

Por PanchoVillaMx