El dictador Porfirio Díaz renuncia a la presidencia

Un buen día como hoy, pero de 1911, el dictador Porfirio Díaz renuncia a la presidencia, después de 34 años de gobernar «con mano de hierro» al pueblo mexicano.

El déspota logró salir con vida de la revolución gracias a la protección brindada por Francisco I. Madero y fue despedido con honores por empresarios y militares en el puerto de Veracruz, de donde partió a su exilio a Francia.

Al soltar el trono, Porfirio Díaz, el autor intelectual de las matanzas de los trabajadores de Cananea, Sonora y Río Blanco, Veracruz, el presidente que declaró la guerra a muerte a los pueblos originarios y que fundó los campos de concentración de esclavos en nombre del «progreso», tuvo el descaro de pronunciar sus última palabras:

«Me siento herido. Una parte del país se alzó en armas para derribarme, y la otra se cruzó de brazos para verme caer. Las dos me eran deudoras de una porción de cosas.»

Por su parte, el autor intelectual y material de la revolución inconclusa, Ricardo Flores Magón, sentenció:

«El mal no es un hombre sino el sistema político y económico que nos domina… Puede desaparecer la odiosa personalidad del Dictador Mexicano, y el pueblo seguirá siendo esclavo: esclavo de los hombres de dinero, esclavo de la autoridad, esclavo de la ignorancia y de la miseria. Puede desaparecer el sanguinario tirano; pero el nuevo Presidente, quienquiera que él sea, tendrá listo el Ejército para asesinar a los trabajadores cuando estos se declaren en huelga; tendrá listas las cárceles para castigar a las víctimas del medio que han delinquido por culpa del sistema social que nos ahoga; tendrá listos los jueces con sus odiosos libracos, tan blandos para los ricos, tan duros y crueles para los pobres. Puede morir el tirano; pero el sistema de opresión y de explotación quedará vivo y el pueblo seguirá siendo desgraciado.

Como ya lo he dicho otras veces, el Gobierno no es sino el gendarme del Capital, el torvo polizonte que cuida las cajas fuertes de las aves de rapiña de la banca, del comercio y de la industria. Para el capital tiene sumisiones y respetos; para el pueblo tiene el presidio, el cuartel y el patíbulo.

No esperemos, pues, nada bueno del gobierno que llegue a implantarse después de esta Revolución. Si queremos libertarnos, obremos por nuestra cuenta tomando posesión de la tierra para trabajarla en común, y armémonos todos por si alguna tiranía quiere arrebatarnos nuestra dicha, estemos prontos a defenderla.» (Fragmento extraído del periódico anarqusita Regeneración, año de 1911).

Fuente: Pensamientos Magonistas