El 3 de octubre de 1865, el gobierno invasor encabezado por Maximiliano de Habsburgo, proclamó la pena de muerte para cualquier persona tomada como prisionero que apoyara al gobierno de Benito Juárez, con las armas, la pluma o monetariamente.


Años antes, Benito Juárez había decretado la ley del 25 de enero de 1862, donde se pedía la ejecución sumaria a todos los enemigos de la Nación. El decreto de Maximiliano era una clara respuesta a la ley establecida por Juárez.

Los primeros prisioneros pasados por las armas invasoras fueron José María Arteaga y Carlos Salazar, compañeros de armas y amigos de Vicente Riva Palacios; abogado y diputado que había cambiado la Curul por las armas en defensa de la Patria en 1862.


Durante la batalla de Tacámbaro, acontecida el 11 de abril de 1865, donde las fuerzas mexicanas, al mando del general Nicolás de Règules, triunfaron ante el ejército belga, tomaron prisioneros a un considerable número de enemigos. Pese a la ley del 25 de enero de 1862, se respeto la vida de los prisioneros.


Un par de días después del decreto de la ley de Maximiliano, otro grupo de prisioneros mexicanos estaban a punto de ser pasados por las armas, Riva Palacios haciendo gala de diplomacia logro negociar el canje de prisioneros con el general en jefe del ejército frances, Aquiles Bazaine. Este hecho histórico se realizó en la localidad michoacana de Acuitzio el 5 de diciembre del mismo año.


Desde el año de 1901, para conmemorar este triunfo diplomático donde se salvaron más de 400 hombres de ambos bandos, se reconoció a la población como Acuitzio del Canje.

Por Jorge Cabrera Vargas.