VILLA, GENERAL «HONORARIO.»


La segunda Batalla de Rellano, municipio de Ciudad Jiménez, Chihuahua, fue un triunfo de la División del Norte Federal, con Victoriano Huerta como general en jefe, sobre los Colorados de Pascual Orozco.


Se peleó el día 22 hasta muy entrada la noche, por la mañana, Huerta, confiaba en el triunfo federal, tanto así que envió un mensaje muy alentador a la Secretaría de Guerra:


«Desde ayer a las tres y media comenzó la división a mi mando los combates con los rebeldes posesionados de las montañas de Rellano, cuyo combate ha llevado 20 horas y seguimos batiéndolos.


Cuando concluya tendré el honor de avisar a Ud., señor Ministro las posiciones enemigas que han sido tomadas por nuestras tropas…


Creo que con los movimientos que la división está llevando a cabo podremos lograr que antes de que acabe el día habremos tomado sus posiciones».


La actuación de Villa y sus hombres había sido sobresaliente en los combates contra los Colorados, tanto así que Huerta lo nombró general brigadier, con el único inconveniente que le añadió la palabra «honorario» para hacerlo centro de sus burlas por no ser militar de carrera. En palabras de Villa unicamente el general Antonio Rábago merecía su respeto, Rábago siempre trato a Villa con decencia y amabilidad.

El 4 de junio, Huerta, muy temprano ordenó fusilar a Villa por el cargo de insubordinación. antes de ser pasado por las armas el general de Artillería Guillermo Rubio Navarrete, junto con Raúl Madero, pidieron por la vida de Villa logrando salvarlo de la muerte, a cambio fue trasladado a la ciudad de México en calidad de prisionero. Huerta envió un telegrama a Madero informando sobre lo ocurrido:

“4 de junio de 1912, Jiménez, Chih. En estos momentos parte el tren llevando, debidamente escoltado hasta la capital, al general Villa. El motivo que he tenido para mandarlo con el carácter de preso a disposición del Ministerio de la Guerra, es el hecho de haber cometido faltas graves en la división a mi mando, como son apoderarse sin derecho alguno de bienes ajenos, y, además, hay la circunstancia de que al ordenarle yo la devolución a sus dueños de caballos y algunas otras cosas, vino a su cuartel general y armó a toda la fuerza de su mando, advirtiendo a sus soldados que estuvieran preparados para desobedecer las órdenes de marcha hacia Santa Rosalía.

Los 300 hombres de Villa los he desarmado y han ido a engrosar las filas de los diversos cuerpos de la división, con la orden de que aquel que manifieste desagrado por la determinación del cuartel general sea pasado por las armas en el acto. A Villa le he perdonado la vida estando dentro del cuadro que debía ejecutarlo, por razón de haberme suplicado que lo oyera antes de ser pasado por las armas.


Personalmente estimo a Villa y es un hombre sumamente útil; pero como general en jefe de la división a mi mando, creo que es un hombre peligroso a la división, que a cada paso tiende a relajar la disciplina, cosa que es altamente perjudicial a la división. General V Huerta”.

Por Jorge Cabrera Vargas.