La historia de Don Jorge Moncada oriundo de Chihuahua

Cuenta la historia que un día Jorge Moncada, oriundo de Chihuahua Capital, dedicado a la importación de autos usados que traía del Paso Texas hasta Chihuahua.

El 6 de Abril de 1972 después de entregar una pick up en las rancherías de Majalca decidió regresar a Cd. Juárez para estar con su familia.

Por ser un fin de semana la carretera estaría muy traficada así que decidió salir hacia Cd. Juárez ese mismo día.

A las 5:00 pm cuando se puso en marcha, en un atardecer rojizo, friolento, con los rayos del sol en su cara y el hermoso paisaje de las dunas de Samalayuca.

A lo lejos, pudo observar la silueta de un hombre , tan pronto se fue acercando al caminante solitario se percató que su indumentaria era de un campesino con ropaje de jinete.

Aterrado por los desérticos vientos, Jorge pasó de largo y por el espejo retrovisor del auto se fijó que el individuo se paró e hizo señas con las manos.

Sintió remordimiento pensando que quizá sería un charro que se dirigía a un rancho cercano, se paro y dio de reversa hasta que el individuo le dio alcance, asomándose por la ventana del pasajero.

Se le quedó viendo muy fijo, su cara era de un hombre maduro que mostraba las señas de una vida de campo muy dura, bigote entrecano con barba crecida, paliacate al cuello, un sombrero de paja amarilloso por los años de haberse usado, ojos de cansancio, con muestras de no haberse bañado en días.

Cargaba unas alforjas de cuero muy viejo, vestía de chaqueta, chaleco, camisa blanca muy sudada , pantalón negro o por lo menos así fue en un tiempo, aterrado, polviento, con algunas espinas aquí y alla, tal parecía que había cruzado el vasto desierto por días.

Jorge le preguntó :”¿Pa donde jefe?”.

El caminante solitario le respondió:

“Pa Juárez pues! voy tarde”.

“¿Pa Juárez? está muy lejos todavía y a pie?”. respondió Jorge.

El caminante solo le respondió :

“Pos si pues !”.

Jorge le miró con desconfianza pero al ver su maltrecho aspecto y no armas a la mano le dijo:

“Súbase yo voy para Juárez, lo dejo donde me diga !”.


Sin más palabras que decir el caminante se subió en la parte trasera del auto, sintiéndose un tanto incómodo Jorge le dijo al caminante: véngase para adelante! el tipo lo miro a través del espejo retrovisor y le dijo:


“Aqui vamos !!! echele que se hace tarde !!!”.

El olor a sudor y tabaco se impregnó en el auto, Jorge le preguntó a que iba a Juárez y cuál era su nombre, pero el campesino caminante no respondió.

Silo tenía su mirada hacia el horizonte en las dunas del desierto de Samalayuca.

Jorge le ofreció un cigarrillo : “¿Fuma?”. Le preguntoz

El hombre le respondió:


“Si pues!”. Tomando el cigarro entre sus ásperos dedos.


Jorge escuchó en voz baja:


“mmmmmm cigarro de señorito procediendo a encenderlo”.

Jorge sintiéndose un poco mas confiado le pregunto:


“¿De dónde es usted?”.


El campesino sólo le respondió: “de allá pa la sierrita… pero déle pues que se hace tarde!. Le dijo en tono muy enérgico”.

No mas palabras se cruzaron en lo que restó del viaje.

Casi por llegar a la ciudad el hombre le dijo a Jorge «! hey entrando a Juárez me bajo en la estación del tren , con voz muy golpeada y enérgica .

Estaba oscureciendo cuando finalmente Jorge llegó a la estación del tren de Juárez, se paró en un lado de la calle y vio como el hombre maltrecho se bajaba del auto.

Sin embargo observó que al bajarse con una apariencia mas limpia, portaba una pistola en funda canana y dos dagas al pecho con cintos cruzados.

El hombre se puso el sombrero de paja de charro y con señas de mano le dio las gracias .

A Jorge le tomó segundos reaccionar y y poner en marcha el auto, que había pasado? en segundos.

Una vez más observó el espejo retrovisor y se percató como en una escena de película del pasado, cómo un tren iba llegando a la estación lleno hasta el techo de villistas, como si el tiempo hubiese estado congelado, a través del espejo; vio como el caminante se apresuraba a dar la bienvenida al General Francisco Villa .

Jorge se restregó los ojos, sacó la cabeza por la ventana del auto y se percató que en la estación del tren todo estaba en calma, ni señas del campesino ni señas de los villistas, se fijo en el espejo y todo había desaparecido.

Aún sacudido por lo que acababa de presenciar se dirigió a su domicilio como hipnotizado y pensando en los hechos ocurridos.

Preguntándose si todo lo había soñado, pero no, no estaba soñando y manejando al mismo tiempo, sacó su cajetilla de cigarros y los contó, hizo memoria y contó los cigarros que se había fumado en el transcurso del día y si le faltaba un cigarro que no se acordaba haber fumado.

Llegó a su casa y al bajarse volteó hacia el asiento trasero y se percató de un envoltorio de papel periódico amarillento y viejo, lo agarró y para su sorpresa contenía monedas de oro macizo, tan reales como sus temblorosas manos.

Todo había sido real, no fue un sueño, el periódico estaba fechado con el 12 de Mayo de 1911.

El General Villa había tomado Juárez en Abril 7 de 1911.

Un dìa anterior a la publicación de periódico, 61 años antes de lo que le sucedió a Jorge Moncada.

Esta historia me la platicó un sobrino directo de Jorge Moncada, la cual siempre recordaré cada vez que pase por las Dunas de Samalayuca.

Gracias Antonio Moncada QEPD.

Publicada en el Grupo por Nancy Casas Garcia el 8 de Marzo de 2020.

Por PanchoVillaMx