El escuadrón japonés que el Gobierno de EU infiltró para envenenar a Pancho Villa

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A unos pasos de ahí, en la pradera del poblado Talamantes, cerca de Parral, Chihuahua, se encontraba el lugar donde pernoctaban: el campamento del General Francisco Villa, el hombre más buscado por el gobierno de Estados Unidos en ese momento.

Al amanecer, dos hombres se encontraban preparados para llevar a cabo su tan esperado objetivo: envenenar y asesinar a Francisco Villa con el mismo antídoto con el que habían empleado para matar a un canino.

Unos días antes, junio o julio de 1916, dos personas de origen japonés Tsuto Mudyo, alias Dyo, Fusita –cuyo nombre real aún se desconoce– y Jah de apellido Hawakawa se reunieron en un restaurant de la ciudad de El Paso, Texas, con el jefe de la oficina del Buró de Investigación o por sus siglas en inglés FBI de dicha ciudad, el agente E.B. Stone.

Es ahí en donde se acordó sobre un plan para que Dyo, Fusita y otros ciudadanos japoneses se infiltraran en el ejército del General Francisco Villa, con la intención de informar sobre operaciones y movimientos de su ejército además de, capturarlo y entregarlo a agentes del FBI.

Antes de concluir, Dyo le planteó a Stone la posibilidad de entregar a Villa muerto, a lo que el agente contestó que exploraría “si el departamento de Estado de la Unión Americana otorgaba la autorización de tal acción a través de su oficina”.

A diferencia de los chinos, a quienes odiaba abiertamente, Villa tenía en buena estima a los japoneses. Había apreciado a queridos colaboradores nipones como Kingo Nonaka, el enfermero estrella de la División del Norte, o Gemichi Tatematsu, sirviente suyo y de su hermano Hipólito Villa.

De alguna manera, aquello permitió a Dyo y Fusita no solo colarse dentro del ejercito villista, sino ganarse la confianza al Centauro del Norte.

Se menciona que fingieron ser recomendados por Hipólito. Como sea, Villa no le otorgó mayor importancia al asunto, pues era cierto que varios japoneses trabajaban para su hermano y también para su esposa Luz Corral.

Mientras tanto, el agente Stone logró poner en contacto a los japoneses infiltrados con el capitán Reed, responsable de la inteligencia de la Expedición Punitiva al mando del General héroe de la Primera Guerra Mundial John “Jack Black”. Pershing, que buscaba capturar a Villa por el ataque que perpetró a la ciudad norteamericana de Columbus en Nuevo México.

De la misma forma, Reed introdujo a los japoneses con el médico de la Expedición quien, al parecer, proporcionó la receta del veneno que llamaba “de tres días”, pues la muerte se presentaba luego de ese periodo. Dyo y Fusita retornaron al campamento villista y probaron con éxito la fórmula en aquel canino.

No se sabe cómo ni cuándo, pero el 23 de septiembre de 1916 los japoneses informaron al FBI que habían envenenado a Villa mediante el café. El general, que ya sospechaba que algo así podía pasar, vertió la mitad del café en la taza de un soldado y esperó a que lo tomara primero. Dyo y Fusita huyeron del campamento. Fueron hábiles espías y pésimos envenenadores. El espinoso asunto llegó hasta las entrañas de la política en Washington, pero muy pronto fue negado y silenciado.

Por PanchoVillaMx.